martes, 3 de mayo de 2016

Carta de una niña que se niega a crecer.

Ya no soy una niña. Lo sé.
Sé que ahora tengo qué dormir temprano y lo suficiente para rendir al día siguiente, que tengo qué lavar las frutas antes de comerlas y mis manos antes de cocinarme el almuerzo.
Sé que no puedo andar descalza en la casa porque si me enfermo el medicamento no será barato.
Sé que no vas a besar mis rodillas cuando me caiga.

Ya no soy una niña; lo sé.
Sé que debo ir bien peinada a la escuela o todos me tacharán de floja, que tengo un trabajo qué cuidar y que es muy importante llegar a tiempo todos los días.
Sé que mi ropa debe hacer juego entre sí y mis dientes deberán ser cepillados mínimo tres veces al día.
Sé que no irás a mi cuarto a arroparme en las noches. Pero aún quiero que me acompañes a comprar zapatos, que me cantes las mañanitas aún y cumpla 20, que te rías con mis ocurrencias y cuando forres mis libretas dejes un montón de aire entre el papel.

Ya no soy una niña, lo sé.
Sé que no debo salirme de la raya cuando coloreo, que las palabras esdrújulas siempre se acentúan y que la raíz cuadrada de un número es el valor que elevado al cuadrado es igual a dicho número.
Sé que si no termino mis alimentos no me dirás que hay niños en África que quisieran esa comida y por nada del mundo la vamos a desperdiciar. Pero aún quiero escucharte desafinar por las mañanas cuando sacudes los muebles y maldecir a los conductores mientras manejas. Quiero reirme cuando no sepas el significado de alguna palabra y juguemos videojuegos mientras todos duermen, que andes en patineta y seas la más extrovertida y loca de las mamás. Quiero que me enseñes a bailar y a no dejar que ningún hombre me lastime.

Ya no soy una niña y lo sé. Y duele.
Porque aún necesito de tu abrazo cuando estoy triste, de tus palabras de aliento cuando me quiero dejar vencer, de tu comida caliente cuando pasé todo el día fuera de la casa. Aún necesito preguntarte si la ropa combina o el delineado del ojo me quedó igual. Te necesito. Necesito que me leas un cuento antes de dormir o me cantes canciones de Cri Cri cuando estamos en la cocina. Necesito que me enseñes el punto exacto en que debo moverle al arroz o qué camión tomar para ir a algún lugar. Que me digas que lleve un paragüas porque en el noticiero pronosticaron lluvia. Que seas mi mejor amiga y estés ahí aún y cuando no lo necesite.

Ya no soy una niña. Lo sé.
Sé que debo separar la ropa por colores antes de meterla a lavar, despegar las tortillas antes de guardarlas en el refrigerador y que si dejo mi cabeza colgando hacia abajo en algún momento me empezará a doler.
Sé que voy a sangrar cada mes hasta que quede embarazada y que en navidad Santa ya no me traerá regalos aún y me haya portado bien.
Sé que los cuchillos cortan, algunos perros intentarán morderme y que es muy difícil llegar a ser la doctora que siempre quise. Pero aún así creo que si besas mis heridas si no sanan hoy sanarán mañana, que la luz encendida asusta a los monstruos que viven bajo la cama y que tu abrazo es el mejor lugar para dormir.

Ya no soy una niña y lo sé, pero aún quiero que me regañes por no atarme las agujetas, que me limpies las mejillas con tu dedo ensalivado y celebres mis logros por más tontos que sean. Que pongas mis dibujos en el refrigerador y me digas que estás orgullosa de mí. Que me preguntes cómo estuvo mi día y me digas "Dios te bendiga" aún y yo no crea en Dios.
Ya no soy una niña y lo sé, pero aún necesito una mamá que esté ahí conmigo y me ayude a seguir adelante, porque sola no lo estoy logrando.