jueves, 29 de diciembre de 2022

DOS.

Creo que el miedo es impulso y parada en seco; que suena a las llantas quemándose con el asfalto, y al silencio que hacen los árboles cuando descansan; que huele a la acidez del sudor que recorre la frente y sabe a cuando empieza a salir el sol después de una noche muy larga.

Tú y yo tenemos miedo, nos lo hemos dicho varias veces, las mismas veces que hemos discutido por no comunicarnos bien, por no entendernos como quisiéramos, por no acompañarnos como deseamos y por no poder estar cuando el otro lo necesita. Pero es gracias a ello que creo que nuestro miedo no surge desde la incomodidad que genera el no querer estar sino desde la desesperación del no quererse ir.
Porque yo no me quiero ir.
Porque te creo cuando dices que no te quieres ir.

Entonces, aquí estamos, en medio de un auditorio a media luz, con una bola de espejos que rebotan en la cara de personas que repiten “nothing's gonna hurt you, baby. As long as you're with me, you'll be just fine”, como si la vida se nos fuera en ello. Porque así se siente el miedo cuando tienes quien te tome de la mano cuando cruzas una avenida concurrida o cuando caminas en la obscuridad.
Porque así me siento cuando te digo que tengo miedo y me ves a los ojos.
Porque así quiero hacerte sentir cuando me dices que tienes miedo y te abrazo.
Porque contigo puedo arrancar a toda velocidad o frenar de golpe, sentarme con los árboles a descansar, saborear el sudor de tu frente y esperar a que salga el sol después de una noche muy larga. Porque contigo el miedo no duele, pero me enseña a cuidar lo que tengo.
Porque tú y yo tenemos miedo, sabemos que tenemos miedo, y aun así… elegimos estar.

martes, 29 de noviembre de 2022

UNO.

Estamos aquí con la consigna de que esto no es un regreso; porque regresar significa “ir al lugar de donde se ha salido”, y yo creo que ninguno de los dos logró salir. Porque bien decía Benedetti: nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos; y es gracias a ello que hoy podemos estar aquí.

De regresar no quiero nada, ni lo bueno que tuvimos; porque en ese entonces era lo mejor que podíamos dar y hoy tenemos el doble para regalarnos. Porque el amor que antes me quemaba hoy es calidez cuando hace frío y menta fresca en el verano. Porque mi piel ya no ansía ser tocada por ti, sino que busca llegar al fondo y hacer conexiones nerviosas con tu alma. Porque las palabras que decimos ya no se tragan, sino que se paladean despacio hasta que son escuchadas.

De hacer algo nuevo, “tal vez”; te dije como si no sintiera la respuesta dilatándose en mi garganta. Porque me es muy difícil carearme con las hojas en blanco, aunque ya hayan tenido una historia. Porque me he dado tanto amor que a veces olvido cómo se siente compartir. Porque mi piel ya ha cicatrizado y no me gustaría arrancarme las escaras. Porque las palabras que nos decimos saben a promesas por cumplir.

Entonces, hoy estamos aquí con la consigna de que esto no es un regreso, sino un comienzo. Pero no de los que van desde cero, sino de aquellos que se toman como el inicio de un camino nuevo por recorrer.  

domingo, 5 de junio de 2022

Entrevista 2.

Es bien sabido que yo regreso a este lugar solo cuando estoy muy triste o creo que tengo algo que decir, pero entre más pasa el tiempo menos capaz me siento de escribir algo coherente. Hoy no fue la excepcion; vine a buscar algo que me ayudara a levantarme mañana con buena cara, a continuar el camino con optimismo y a seguir pensando que quizá ahora sí lo vaya a encontrar (sea lo que sea que llevo años buscando). Para mi fortuna o desgracia (porque todo depende del humor con el que se lea) no encontré cosas que se puedan leer en voz alta, en medio de una fiesta de cumpleaños, cuando se supone estás celebrando la vida y a quienes te acompañan; pero encontré unas preguntas que me gustaría responderme antes de cumplir veintisiete años, porque dicen que siempre es bueno actualizarse y mantenerse al tanto de lo que pasa en el mundo (sea lo que sea que eso signifique). 

"¿Quién es Abigail?" Me preguntaba. 
"Un ave de alas rotas, flor marchita, hoja seca, espina de un tallo sin raiz; amorfa, incolora, traslúcida, frágil, incompleta, defectuosa, rota; castigo, maldición, hechizo, karma, pesadilla, huracán, obstáculo, accidente, tropiezo; grito ahogado, nudo en la garganta, silencio incómodo, anochecer, parpadeo, suspiro; veneno, daga, herida, arma, bomba, azul; analogía, punto final, verso, estribillo, nota; palabra, boceto, dibujo, representación mental, personaje, tatuaje, sueño, deja vu; epílogo, posdata, conclusión, pie de página; drama, misterio, ficción, suspenso, utopia; mujer, niña; testatura, distraida, agridulce, rutinaria, envidiosa, insaciable, ilusa, crédula, intantil". Escribí.
Pero hoy he tachado todos los adjetivos que yo no me asigné, los que fui para alguien más, los que creyeron que era, los que me reclamaron "por ser" y los que no describen a la Abigail de veintesis. 

Ojalá fuera un ave, aún y cuando se le hayan roto las alas, pero yo aún no aprendo siquiera a volar. No soy una hoja seca porque llevo dentro todas las estaciones. No soy la espina de un tallo sin raíz, porque tengo bien presente en dónde estoy enterrada. Ni amorfa, ni incolora ni traslúdica, porque tengo un cuerpo que cambia constantemente y me permite descubrir aquello que está afuera de mí. No estoy incompleta ni defectuosa porque no soy una muñeca, aunque muchas veces me gustaría que me quisieran la escoba, el plumero y el recogedor. No soy un castigo, ni una maldición, ni un hechizo, ni una pesadilla, ni un obstáculo ni un accidente, ni una daga ni un arma, ni una bomba, porque no soy una película de terror ni un personaje de ficción . No soy un parpadeo porque cuando aparezco, o me voy, tardo más de un segundo en hacerlo. No soy un verso sino un poema entero, no soy un estribillo ni el coro ni una nota, soy un álbum completo. No soy un boceto ni un dibujo ni una representación mental, soy una galería entera. No soy un epílogo ni una dedicatoria ni un posdata y mucho menos una conclusión, porque aún no he terminado de escribirme. Y no lo digo con soberbia sino como algo que me costó mucho trabajo aceptar.

A veces me siento frágil aunque siempre me haya(n) repetido lo fuerte que soy. Aunque sepa lo fuerte que soy. Creo que sí estoy rota de algunas partes, pero ya no lo veo como algo malo (incluso, aprendí que es algo así como un estilo de arte japonés). Soy mi propio nudo en la garganta porque aún sigo aprendido a hablar(me) de manera efectiva. El anochecer es lo que llega cuando la luz se va y creo que no hay nada tan revelador para conocernos como los momentos en los que nos quedamos a obscuras, y yo llevo mucho tiempo en un cuarto sin focos. Trato de que mis relaciones se formen a partir de una analogía: una relación de semejanzas entre cosas que son disintas", porque me gustan los matices, las escalas, los degradados de color y las refracciones de la luz.

Soy el punto final que da pie a los párrafos nuevos; y estoy aprendiendo a ser el que cierra las ideas y ya no las deja pasar. El drama rige mi vida porque soy géminis con luna en virgo y ascendente en scorpio, no hay mayor explicación.  Tengo que admitir que mujer siempre he sido, que mi niña interior y yo estamos haciendo las pases y que, a veces, todavía sigo siendo terca, rejega, obstinada, distraía, testatura, agridulce, crédula e infantil. Me cuesta un poco no caer en las rutinas pero es más mi aversión por ellas que, en general, logro romperlas un poco durante el día. 
Soy azul, como ojera de mujer que está acostumbrada a recibir malas noticias y a comunicarlas de forma que no se sienta tanto el chingazo; como un listón azul, que cuelga del cabello de una niña que corre a la orilla de un parque; azul, como la catarsis que se siente en el pecho cuando cantas en el concierto de tu banda favorita; azul, como el amanecer después de una noche en penumbras. 
Azul, como un arbusto lleno de plúmbagos. 

Luego, en la entrevista que me hacía (o quizá alguien más me hizo y yo solo la vine a escribir aquí), me preguntaba cuáles eran mis virtudes y defectos. Quiero pensar que no comprendía bien la pregunta, porque más que "virtudes" escribí cosas que la gente decía que no les gustaba de mí, y en los "defectos" puse cosas que a mí no me gustaban de mí. Después (porque no ha sido la única vez en que he escrito sobre ello, a lo largo de mis años), comencé a describirme como una mujer "fuerte e independiente", "inteligente y perfeccionista", alternando entre que si era defecto o virtud. Pero hoy, que conozco más palabras y, principalmente, que me conozco más a mí, creo que de entre mis cualidades (que a veces son defectos y otras virtud) podría decir que soy impaciente, resiliente, curiosa y apasionada. 

Hace diez años me veía "rota, cansada, a medias, avanzando a paso lento y aparentemente firme. 
Estudiando, estudiando mucho". Hoy (que es el futuro), me así pero no completamente: Un poco "rota" pero la terapia ha funcionado mejor el resistol para irnos pegando; "a medias" no, porque no tengo un destino fijo así que no sé en qué parte del camino estoy; "aparentemente firme" tampoco, porque soy muy consciente de que me balanceo todo el tiempo, que a veces me tropiezo, otras voy a gatas, algunas a rastras y muchas veces me siento a descansar un ratito; "estudiando" tampoco, y por fortuna, ya no lo veo como una obligación. 

De la carrera... es todo un tema pero, licenciadas, ya somos. 

De lo que espero de mí, sigue siendo lo mismo: "que no se me olviden las razones por las cuales empecé a vivir". 

De esta entrevista, solo me queda agradecerme por cuestionarme en cada momento de la vida, porque es así que más he aprendido de mí. Me queda recordarme que no hay respuestas correctas o incorrectas y que, aún y cuando las ideas no se hayan desarrollado bien del todo, la interpretación de éstas depende de lo que quiera entender y, hoy, decido entender que las cosas cambian, crecen, evolucionan, se extinguen y al final... está bien (aunque a veces no se sienta).


martes, 19 de abril de 2022

Cuéntame de tus manos, porque hace mucho no las veía.

Lo último que recordaba es que estaban frías y me entregaban un montón de libros para así por fin decirme adiós; que se movían ansiosas, dando vueltas en sí mismas, la última vez que discutimos; que llevabas las uñas largas porque ya no te había molestado diciendo que te las cortaras, y que cada vez se iría haciendo más larga la distancia  entre éstas y mi corazón.

¿Tienes algún lunar nuevo? ¿Cuándo fue la última vez que tocaron algo suave?
¿Qué historias escribieron? ¿A cuántos enemigos mataron en un videojuego?
¿Cuál fue la última emoción que las hizo temblar? ¿Era miedo? ¿Eran nervios? ¿O no podías dejar de llorar?
¿Cuántas frutas te ayudaron a pelar? ¿Qué estabas cocinando la última vez se quemaron? 
¿Qué sensaciones nuevas describieron y en qué parte de tu cuerpo te gusta ponerlas a descansar?
¿Cuántas veces han pedido disculpas? ¿A cuántas personas le han agradecido? 
¿Cómo se siente el viento cuando las roza? ¿A qué huelen cuando vas al mar?
¿Cuántas personas señalaron injustamente? ¿Dónde las escondiste después de robar?
¿A qué se siguen aferrado? ¿Qué es lo que no han podido soltar?
¿Cómo las limpias después de una pandemia? ¿De qué color prefieren pintar?
¿Cuál es el rostro que llevan grabado? ¿Qué mensaje se arrepintieron de borrar?
¿Han tocado alguna nube? ¿Qué poema les hubiera gustado inventar?
Y es que me gustaría saber tantas cosas de ellas.
¿Extrañaban mi cabello? ¿O mi cuello? ¿O mi cintura? 
¿Recordaban a las mías? ¿O el latir de mi pecho? ¿O sentir cuando las presionaba contra mis labios?
¿Alguna vez quisieron regresar? ¿Y la temperatura de mi cuerpo, aún la podrán calcular?
¿Aún son buenas para apretarme y recordarme que aquí estás? ¿O estarían dispuestas a limpiarme las lágrimas otra vez? 
¿Crees que quieran repasarme los lunares del pecho? ¿O dibujarme florecitas en la espalda?
¿Podrían sostener un libro mientras me lees antes de quedarme dormida? ¿O quizás traten de sostenerme cuando ya no pueda más? 

Cuéntame de tus manos, porque hace mucho no las veía. Cuéntame qué han hecho durante todos estos años, porque las mías no te dejaron de extrañar.