"¿Quién es Abigail?" Me preguntaba.
"Un ave de alas rotas, flor marchita, hoja seca, espina de un tallo sin raiz; amorfa, incolora, traslúcida, frágil, incompleta, defectuosa, rota; castigo, maldición, hechizo, karma, pesadilla, huracán, obstáculo, accidente, tropiezo; grito ahogado, nudo en la garganta, silencio incómodo, anochecer, parpadeo, suspiro; veneno, daga, herida, arma, bomba, azul; analogía, punto final, verso, estribillo, nota; palabra, boceto, dibujo, representación mental, personaje, tatuaje, sueño, deja vu; epílogo, posdata, conclusión, pie de página; drama, misterio, ficción, suspenso, utopia; mujer, niña; testatura, distraida, agridulce, rutinaria, envidiosa, insaciable, ilusa, crédula, intantil". Escribí.
Pero hoy he tachado todos los adjetivos que yo no me asigné, los que fui para alguien más, los que creyeron que era, los que me reclamaron "por ser" y los que no describen a la Abigail de veintesis.
Ojalá fuera un ave, aún y cuando se le hayan roto las alas, pero yo aún no aprendo siquiera a volar. No soy una hoja seca porque llevo dentro todas las estaciones. No soy la espina de un tallo sin raíz, porque tengo bien presente en dónde estoy enterrada. Ni amorfa, ni incolora ni traslúdica, porque tengo un cuerpo que cambia constantemente y me permite descubrir aquello que está afuera de mí. No estoy incompleta ni defectuosa porque no soy una muñeca, aunque muchas veces me gustaría que me quisieran la escoba, el plumero y el recogedor. No soy un castigo, ni una maldición, ni un hechizo, ni una pesadilla, ni un obstáculo ni un accidente, ni una daga ni un arma, ni una bomba, porque no soy una película de terror ni un personaje de ficción . No soy un parpadeo porque cuando aparezco, o me voy, tardo más de un segundo en hacerlo. No soy un verso sino un poema entero, no soy un estribillo ni el coro ni una nota, soy un álbum completo. No soy un boceto ni un dibujo ni una representación mental, soy una galería entera. No soy un epílogo ni una dedicatoria ni un posdata y mucho menos una conclusión, porque aún no he terminado de escribirme. Y no lo digo con soberbia sino como algo que me costó mucho trabajo aceptar.
A veces me siento frágil aunque siempre me haya(n) repetido lo fuerte que soy. Aunque sepa lo fuerte que soy. Creo que sí estoy rota de algunas partes, pero ya no lo veo como algo malo (incluso, aprendí que es algo así como un estilo de arte japonés). Soy mi propio nudo en la garganta porque aún sigo aprendido a hablar(me) de manera efectiva. El anochecer es lo que llega cuando la luz se va y creo que no hay nada tan revelador para conocernos como los momentos en los que nos quedamos a obscuras, y yo llevo mucho tiempo en un cuarto sin focos. Trato de que mis relaciones se formen a partir de una analogía: una relación de semejanzas entre cosas que son disintas", porque me gustan los matices, las escalas, los degradados de color y las refracciones de la luz.
Soy el punto final que da pie a los párrafos nuevos; y estoy aprendiendo a ser el que cierra las ideas y ya no las deja pasar. El drama rige mi vida porque soy géminis con luna en virgo y ascendente en scorpio, no hay mayor explicación. Tengo que admitir que mujer siempre he sido, que mi niña interior y yo estamos haciendo las pases y que, a veces, todavía sigo siendo terca, rejega, obstinada, distraía, testatura, agridulce, crédula e infantil. Me cuesta un poco no caer en las rutinas pero es más mi aversión por ellas que, en general, logro romperlas un poco durante el día.
Soy azul, como ojera de mujer que está acostumbrada a recibir malas noticias y a comunicarlas de forma que no se sienta tanto el chingazo; como un listón azul, que cuelga del cabello de una niña que corre a la orilla de un parque; azul, como la catarsis que se siente en el pecho cuando cantas en el concierto de tu banda favorita; azul, como el amanecer después de una noche en penumbras.
Azul, como un arbusto lleno de plúmbagos.
Luego, en la entrevista que me hacía (o quizá alguien más me hizo y yo solo la vine a escribir aquí), me preguntaba cuáles eran mis virtudes y defectos. Quiero pensar que no comprendía bien la pregunta, porque más que "virtudes" escribí cosas que la gente decía que no les gustaba de mí, y en los "defectos" puse cosas que a mí no me gustaban de mí. Después (porque no ha sido la única vez en que he escrito sobre ello, a lo largo de mis años), comencé a describirme como una mujer "fuerte e independiente", "inteligente y perfeccionista", alternando entre que si era defecto o virtud. Pero hoy, que conozco más palabras y, principalmente, que me conozco más a mí, creo que de entre mis cualidades (que a veces son defectos y otras virtud) podría decir que soy impaciente, resiliente, curiosa y apasionada.
Hace diez años me veía "rota, cansada, a medias, avanzando a paso lento y aparentemente firme.
Estudiando, estudiando mucho". Hoy (que es el futuro), me así pero no completamente: Un poco "rota" pero la terapia ha funcionado mejor el resistol para irnos pegando; "a medias" no, porque no tengo un destino fijo así que no sé en qué parte del camino estoy; "aparentemente firme" tampoco, porque soy muy consciente de que me balanceo todo el tiempo, que a veces me tropiezo, otras voy a gatas, algunas a rastras y muchas veces me siento a descansar un ratito; "estudiando" tampoco, y por fortuna, ya no lo veo como una obligación.
De la carrera... es todo un tema pero, licenciadas, ya somos.
De lo que espero de mí, sigue siendo lo mismo: "que no se me olviden las razones por las cuales empecé a vivir".
De esta entrevista, solo me queda agradecerme por cuestionarme en cada momento de la vida, porque es así que más he aprendido de mí. Me queda recordarme que no hay respuestas correctas o incorrectas y que, aún y cuando las ideas no se hayan desarrollado bien del todo, la interpretación de éstas depende de lo que quiera entender y, hoy, decido entender que las cosas cambian, crecen, evolucionan, se extinguen y al final... está bien (aunque a veces no se sienta).