Estamos aquí con la consigna de que esto no es un regreso; porque regresar significa “ir al lugar de donde se ha salido”, y yo creo que ninguno de los dos logró salir. Porque bien decía Benedetti: nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos; y es gracias a ello que hoy podemos estar aquí.
De regresar no
quiero nada, ni lo bueno que tuvimos; porque en ese entonces era lo mejor que
podíamos dar y hoy tenemos el doble para regalarnos. Porque el amor que antes
me quemaba hoy es calidez cuando hace frío y menta fresca en el verano. Porque
mi piel ya no ansía ser tocada por ti, sino que busca llegar al fondo y hacer
conexiones nerviosas con tu alma. Porque las palabras que decimos ya no se tragan,
sino que se paladean despacio hasta que son escuchadas.
De hacer algo
nuevo, “tal vez”; te dije como si no sintiera la respuesta dilatándose en mi
garganta. Porque me es muy difícil carearme con las hojas en blanco, aunque ya
hayan tenido una historia. Porque me he dado tanto amor que a veces olvido cómo
se siente compartir. Porque mi piel ya ha cicatrizado y no me gustaría
arrancarme las escaras. Porque las palabras que nos decimos saben a promesas
por cumplir.
Entonces, hoy
estamos aquí con la consigna de que esto no es un regreso, sino un comienzo. Pero
no de los que van desde cero, sino de aquellos que se toman como el inicio de
un camino nuevo por recorrer.