Para amores, el nuestro.
Para constrastes el frío del suelo en mi espalda y el calor de tu cuerpo en mi pecho.
Para sabores, el de nuestra piel.
Para aromas el que expiran nuestros cuerpos al amarse.
Para melodías, nuestra respiración agitada.
Para néctar, el que expulsan nuestro interior al explotar.
Para amor, el qué hacemos.