domingo, 28 de abril de 2013

Te extraño.


Muero un poco, lentamente.
Cada vez que el viento es helado, y tu piel es incapaz de darme de calor. Cada vez que cierras los ojos y olvidas que aquí estoy.

Muero lentamente, porque hoy muy tarde descubrí, que aunque ya no pueda verte, mi vida no tiene sentido si no estás junto a mí.
Porque el viento se hace lento y me pesan los pies al caminar. Porque el mundo yace herido entre nubes de cristal.

Que soy fuerte, eso ya lo sé. No hace falta que te alejes y así me lo recuerdes cada vez.
Que cometí un error, también lo sé. No hace falta que tu silencio venga a decirme que me equivoqué.

Soy un poco torpe, mis dedos dejaron de bailar, si tu espalda hoy se cubre, ellos ya no tienen hogar.

Perdóname, hoy te grito, dame una oportunidad. No te pido que me ames, sé que nunca te he dejado de importar.
Sé que hay dolor, y tus pasos lloran al partir. Sé que hay mucho todavía, mucho que te tengo que decir.


No me pongas a prueba, que mucho he llorado ya. No me hieras si no piensas venirme a sanar.
Hoy te quiero, ¿cuánta sangre quieres más? Mírame cuando te digo que un muerto nunca te podrá amar, y si te sigues alejando, la muerte me vendrá a buscar.

Muero un poco, lentamente, si no estás.

Muero un poco, lentamente, si de mi vida te vas.


(http://redbrokenmoon.blogspot.mx/)

Distancia.

Estar lejos de él, me enseña a mirar profundamente hacia esos recovecos de la vida a los cuales jamás había prestado atención, y que, para mi sorpresa, tienen mucho que ofrecer. A mí, en particular, se me ha otorgado la enorme virtud de saber esperar. Pero no se me ha dado en su totalidad, sino que ha sido poco a poco, para no ahogarme de un sólo golpe, quizá.


No tengo prisa, parecería que miento, pero en realidad no la tengo. Y aunque me comen las ganas de estar mirándole todo el tiempo, estoy aprendiendo mucho desde este lado, pues se sabe de sobra, que jamás me voy de ningún sitio sin absorber todo lo que tenga que ofrecerme.


Aquí, la vida platica conmigo. Me dice escúchame y claro, la escucho. Tal vez jamás había tenido la necesidad de poner atención, tal vez jamás había deseado tanto estar justo en el lugar que me hace sentir que lo soy todo. Quizá sea eso; he sido una viajera, he ido y venido como se me ha venido en gana, me ha valido tres cuartos de mierda el equipaje, pero ahora cargo con algo que quiero cuidar y guardo delicadamente en el bolsillo derecho de mi alma: el amor.


Encontrar el amor es algo como encontrar una moneda brillante sobre la banqueta, no les sucede a todos, sólo a aquellos que miran justo donde deben, en el momento que deben. Yo encontré mi moneda.

Jodida distancia, eres esa que me ha hecho guardar la moneda tan sólo por un pequeño tiempo, para ahorrarla, hacerla crecer antes de gastarla, y poder así tener una inversión de por vida. Y sin embargo, sólo quiero gastar y gastar, porque para eso es, pero aún no, espera, hazla crecer un poco, dice ella. Y entonces, saber que está ahí, me alivia, aspiro el viento y me abraza, vivo más intensamente cada vez que le pienso, cada vez que cualquier pequeño pedazo de vida me acerca a él.



¿Cuál es la prisa? Ninguna, pero de pronto, me encuentro mareada por los giros que da la vida y lo único que me impide vomitar es amarlo, él me da control, y es entonces que puedo detenerme a respirar y comenzar a caminar y bailar dando vueltas. Sí, uno debe bailar con la vida, de no ser así, te atropella y todo pierde sentido. Lo mejor de todo es que bailamos juntos, eso ni dudarlo. Y la vida es la más deliciosa de todas cuando se vuelve un tango.


No soy impaciente.
Sí, lo soy.
No. Pero si se trata de sus manos es imposible no serlo.


Te espera una vida, tranquila, espera.
Y de pronto, mágicamente, el amor me da paciencia, y voy con el tiempo, lo escucho, leo la vida, su amor me arropa, y todo es bella y raramente sencillo.

Porque como lo he dicho antes: la única distancia que existe es la ausencia, el resto son sólo kilómetros.


(http://redbrokenmoon.blogspot.mx/)

domingo, 21 de abril de 2013

No hay historia más propia que aquella que no se cuenta a detalle.

"El viernes, me preguntaron que cómo nos habíamos conocido.
Mientras le contaba la historia, desde que que nos sentábamos juntos en el parque: yo a leer y tú a escuchar música. Le conté todo, y mientras lo hacía me sentí tan limpia, tan pura, tan alegre, tan plena, tan feliz... tan tuya.
Mientras le contaba nuestras tonterías, nuestras peleas, nuestros momentos cursis, me daba tanto orgullo hacerlo. Me daba un placer que no te puedes imaginar, poder contar esa historia tan maravillosa, tan hermosa que sólo nosotros conocemos a la perfección, que sólo nosotros sabemos qué significa, que sólo nosotros sentimos y vivimos en cada memoria que llevamos dentro. Me dio tanto gusto poder contar esa historia, porque es nuestra, tuya y mía nada más. Porque nadie, nunca, haga lo que haga podrá arrebatárnosla, quizá alguien pueda hacer que termine pero todo lo que ya vivimos nadie nos lo va a quitar, nadie puede borrarnos tantos y tan maravillosos recuerdos. Nadie tendrá una historia como la nuestra por más que la quiera igual. 
Yo he tratado de plasmarla en letras, de contarla a la perfección, de describirla e inclusive reflejarla en alguna canción, pero es imposible, porque es nuestra, nada más. Y nunca, jamás, habrá alguien que tenga una igual. 
Mientras yo contaba un poco de los momentos que hemos pasado juntos, mientras estaba absorta en mis recuerdos buscando la manera de asemejar lo que nos pertenece y compartir eso que tanto me hace sentir viva no noté que todos a mi alrededor me escuchaban con atención, que todos habían estado al pendiente de mi relato, que todos estaban tan perdidos en aquella historia de película cómicamente romántica en la cual tú y yo habíamos sido los protagonistas.
Ya para terminar, conté la razón por la que terminé contigo la semana pasada, vi como todos estaban llorando, ¡LLORABAN! Lloraban por nosotros, porque una historia así no debería terminar por algo tan absurdo, se miraban entre sí, algunos volteaban a la ventana y secaban sus lágrimas discretamente. También yo lloraba, sin haberme dado cuenta; al contar esa historia, mis ojos rebosantes de felicidad no hacían más que brillar y llorar por aquellas cosas bellas, por ese final triste y esa historia con fin.
Al bajar del transporte, tomando el mismo camino de todas las noches, el camino que me conducía a mi jaula después de haber sido libre un par de horas; al salir, una mujer de mediana edad se me acercó y me dijo "Regresa con él, ése no es un buen final para su historia". Me sentí tan tonta, tan absurda, tan herida; me sentí desgarrada con sus palabras, que hacían eco en mi alma vacía, porque ella tenia razón; ése no era un buen final para nuestra historia. Nuestra historia era eso, nuestras, nosotros la habíamos escrito día tras día, año tras año y no era justo que algo tan maravilloso terminara así.
Me desvié del camino habitual, caminando con rumbo a tu casa, mientras mis labios se llenaban de un "te amo" eterno, y de pronto me quedé de pie, parada en seco y con la mirada rota; me quedé pensando en medio de la obscuridad del estacionamiento y no pude; no pude seguir caminando. Me dio mucho miedo que me fueras a rechazar, que me dijeras que tú no pensabas como yo y no te enorgullecías al contar nuestra historia. Me dio pánico pensar que quizá y nada es tan lindo como yo lo recuerdo y tan triste como lo suelo sentir. Regresé a mi casa, y quería platicar contigo pero no sabía qué decirte.
Mientras estuve en el hospital pensé en todo tipo de excusas para hablarte, toda la maldita semana; revisaba mis mensajes y me entristecía no ver un simple "Hola, Aby; ¿Cómo te está yendo en el hospital, cómo va tu guardia?, y lo único que se me ocurrió decir fue un "Te mandó saludos Cuquis"; el día en que habló mi odontóloga para confirmar mi cita del jueves me sentí tan triste, porque ella no tendría el dibujo del ángel que te pidió, ella no tendría idea de lo bueno que eres para dibujar, ella no se sentiría feliz por ese dibujo y ella no sabría lo orgullosa que me hace saberte así: tan grande y tan ingenioso en ese sentido. Ella no notaría en mis ojos esa luz que me da saberte mío y la esperanza de que todos tus dibujos sean dedicados para mí. Ella no lo sabría; Cuquis no entendería lo mucho que te amo, los demás pasajeros en el transporte lo duro que es terminar una historia así. Juan no sabrá que yo no soy adicta al sexo, sino que lo que más amo es sentirme contigo, siendo uno solo en un acto tan casual, sentir que el corazón se nos vuelca y la respiración se nos corta y aún así tenemos un último suspiro para podernos besar. Sandra dejaría de pensar que yo estoy obsesionada contigo y que tengo tan baja autoestima como para pensar que nadie que no seas tú se fijará en mí. Mi mamá igual, dejaría de verme como esa niña insegura que no se cree guapa y mucho menos linda. Mi papá dejaría de pensar que sólo estoy contigo para joderle la vida y que es mi manera de retarlo. Mis letras ya no pensarán que eres la razón por la que no dejo de escribir.
Y sí, fue tan absurdo terminar así tan impulsiva y pendejamente. Tan triste, y melancólico, y tan cobarde como yo suelo ser.

-Si te atreves a decir de tu corazón que quieres regresar conmigo, que salga de ambos la idea y la intención. Te juro que en mi corazón tu nombre será aún y más eterno de lo que hoy y en este momento lo es. Quiero escucharlo/leerlo de ti.
Si, es por eso que esta vez quiero que seas tú quien lo dice. Hazlo, si quieres.

-Tú querías que yo dijera lo que pienso de nuestra relación y de que terminara.Ya lo dije.
Querías que te explicara cómo sentía que me estabas tratando, ya lo dije y te expliqué que ese era mi miedo.

Quiero regresar contigo, Alejandro. Y me parece tan innecesario que lo tenga que decir, me parece una burla que después de todo lo dicho quieras que te diga esa frase tan vacía "quiero regresar contigo"; ya lo dije, sé feliz. Porque yo no lo soy.
Si tú necesitas que yo pronuncie una frase tan vacía, tan mísera e insignificante no puedo imaginar lo que quieres de mí.
Y sabes, yo no necesito que me digas todos los días "Hola, Aby; te extrañé". Verte, sin que me digas "hola" y que en un abrazo me demuestres lo mucho que me extrañaste, que en una mirada me proclames tu amor, y que en un beso selles esa promesa tan eterna. Eso, Alejandro, eso me haría feliz.

Y no, tampoco espero que cuando llegue al hospital tenga un "¿Cómo va tu día?", en mi bandeja de entrada. ¡NO! Con un "estoy seguro de que hoy lograrás más cosas que ayer" sería suficiente. Y no me harías el día, me harías la vida eterna si es que existe. Con una frase así, de confianza, de seguridad como las que me das sólo cuando me ves en el piso me bastaría para saber que todo lo que yo siento por ti tú también lo sientes. Que todos esos "te amo" que nos decimos son verdad. 
Las acciones son la demostración de lo que decimos.
Un beso lento y suave que sólo nosotros sabemos saborear es el que deja a un "te amo" siendo más insignificante que nada.
Y todo esto que dije no tiene una finalidad, es lo que pienso, lo que siento y lo que quería que supieras.
No pretendo hacerte cambiar, ni ser menos fastidiosa o más cursi. No intento borrar ese "ya no quiero continuar contigo" y hacer que todo entre nosotros sea como antes. No, no tiene función, ni petición.

Si quieres puedes volver aquí, entre mis brazos, y puedes decirme "quiero regresar contigo" y poner la relación nuevamente en facebook o alguna tontería de ese tipo. Pero yo no lo haré, yo no diré de corazón esas palabras tan vacías porque yo no quiero regresar. Yo quiero volar contigo, quiero envejecer contigo y matarme meses después a tu muerte, porque tu siempre dices que vas a morir primero que yo; sí, me mataría como Cathy, sólo para reunirme contigo. Yo no diré "quiero que seamos novios de nuevo", porque no es verdad. Tú y yo no somos novios, los novios no se aman así, los novios no viven cosas tan maravillosas, los novios no son nada en comparación a nosotros.
Tampoco diré que te amo, porque es algo en lo que he puesto mi vida entera para demostrarte, a pesar de cada tropiezo y discusión absurda. Te amo no es nada con lo que yo siento por ti.


- Quiero que seamos.

-Ya somos, Alejandro. Yo soy una tipa que intenta seguir adelante, tú eres alguien que la ayudó a levantarse. Ya somos.
No trates de decirme nada, de explicar lo que sientes o lo que quieres junto a mí. Ya lo entendí, y las palabras salen sobrando. Y al final de todas éstas letras, sólo espero que tú hayas entendido un poco de lo que yo quise explicar.
Buenas tardes, amor mío."

[Abigaíl y Alejandro, 3pm]

lunes, 15 de abril de 2013

Entrevista.

¿Quién es Abigaíl?

- Ave de alas rotas. flor marchita, hoja seca, espina de un tallo sin raíz.
- Amorfa, incolora, traslúcida, frágil, incompleta, defectuosa, rota.
- Castigo, maldición, hechizo, karma, pesadilla, huracán, obstáculo,accidente, tropiezo, piedra.
- Grito ahogado, nudo en la garganta, silencio incómodo, anochecer, parpadeo, suspiro.
- Veneno, daga, herida, arma, bomba, azul.
- Analogía, punto final, verso, estribillo, nota.
- Palabra, boceto, dibujo, representación mental, personaje, tatuaje, sueño, déjà vu.
- Epílogo, posdata, conclusión, pie de página.
- Drama, misterio, ficción, suspenso, utópica.
-Mujer, niña.
-Testaruda, distraída, agridulce, inestable, rutinaria, insaciable, envidiosa, ilusa, crédula, infantil.

¿Cuáles son 3 de tus virtudes?
- Pesimista
-Escéptica.
- Independiente.

¿Cuáles son 3 de tus defectos?
- Doy todo lo que tengo, en lo que me apasiona.
- Soy muy frágil, me rompo con facilidad.
- Suelo pedir mucho de los demás.


¿Cómo te ves en 5 años?
- Rota, cansada, a medias, avanzando a peso lento y aparentemente firme. 
Estudiando, estudiando mucho.


¿Cómo te ves en 10 años?
-Igual.


¿Por qué escogiste ésta carrera?
 
- Escogí medicina para ser alguien de provecho, para dar a los demás todo eso que a mí me falta: una razón para vivir; mis pacientes me dan esa razón que a veces olvido y por la cual vuelvo a seguir. Vivo por ellos, para que ellos puedan vivir y le den a mi vida un poco de la satisfacción y la alegría que le falta.


¿Qué esperas de ti?
 
-Nada. Al menos no en concreto, lo único que deseo es que no se me olviden las razones por las cuales empecé a vivir.