viernes, 28 de octubre de 2011

No soy una princesa.

Confieso que quizá nunca he tenido pinta de típica princesa de cuento, tampoco he aspirado a convertirme en una pierde zapatos, mucho menos he pensado en dormir cien años, no he creído apropiado entregar mi voz pero sí mis palabras, no me he visto capaz de luchar, ni de enamorarme otra vez de un Peter Pan. Pero sí he creído estar envenenada y he esperado un beso como salvación. 
Confieso que nunca supe exactamente las coordenadas de un corazón, para buscarlo después de todo, y no perderme mientras le pierdo. Tampoco he aspirado a convertirme en algo más que la antiheroina de la historia, no nací para perder cosas y aun así parece que me paso la vida buscándolas. 
Confieso que nunca pensé estar aquí, pero la vida te induce a seguir sus caminos, los que nunca creíste que podías conocer, acabas robando zapatos a niñitas perdidas que sin saber te quitaron el príncipe, o acabas dejando que el teléfono suene si es Peter Pan...