Si vamos a hablar del capítulo 7 de Rayuela tendré que confesar que entre todos los que lo han leído para mí, sigo prefiriendo su voz grave.
Si vamos a hablar de su voz grave tendré que empezar a contarle sobre lo sensible de mi espalda y lo erizado del vello en mis brazos cuando me susurra quedito al oído.
Si vamos a hablar de mi espalda necesito su lengua húmeda recorriendo cada una de mis vértebras.
Y si hablamos de mis vértebras necesito que me abrace, porque no hay mayor soporte en mi vida que usted.