Creo que no sabes nada, pero realmente ¿qué se yo?
Pareces un pequeño pájaro que aprendió a bucear en medio de un mar que ya se secó. Y sin embargo me simpatizas, me da risa que intentes caminar cuando aún estás atado de manos y pies a tu propio pasado.
Déjate ir. Cierra los ojos. Abre la boca. Ahora levita.
Si tienes algo más que hacer, entonces ordena tus prioridades. Quizás el amor no sea una de ellas porque aunque así lo creas, trabajas muy duro por sacarlo de tu vida.
Amén.
Vayamos al futuro. Pensemos en mañana, es decir, perdamos el tiempo. Hay que perder un poco de tiempo. Si nos hemos perdido ya, quizás nos perdamos con él, tal vez nos lleve a quién sabe dónde.
¿A dónde va el tiempo perdido? ¿A dónde van los minutos que dejamos ir? ¿A dónde vas? ¿A dónde voy?
Respira.
Ahógate con tu propio aire. Ahógate con tu propia vida.
Piensa en mí, una última vez, recuerda que después voy a desaparecer. No quedará nada. Jamás existí, nunca me conociste, nunca me sonreíste. No soy alguien que hayas conocido. Seré un minuto más en tu vida frente al televisor, seré ese segundo de duda, esa hora de enojo. Cada momento desperdiciado, esa soy yo. Esas manecillas del reloj que no recuerdas porque no fueron importantes.
Soy el tiempo, ese que dejaste ir, ese que desperdiciaste.
Cierra los ojos.
Ábrelos, estoy en tu amnesia.
Ya no estoy.