Cuántas tonterías te decía y me decías, todo era tan simple entre los dos.
Siempre era domingo, madrugadas tibias, éramos los dueños del amor.
Hasta que un día un viento helado se metió en la habitación congelándome la piel y el corazón, y despertó de mi pasado los fantasmas y una horrible confusión nos abrazó.
Me dueles, me ardes, me siento cobarde. Te quise dar la vida y hoy casi te me olvidas. No entiendo, no hables yo sé que soy culpable, mejor ni te despedidas; perdoname en silencio, por favor.
Luvia y melodías, en perfecta armonía, era nuestro pan de cada día. Nada nos faltaba, nada nos dolía... éramos los dueños del amor.
Hasta que un día un viento helado se metió en la habitación congelándome la piel y el corazón, y despertó de mi pasado los fantasmas y una horrible confusión nos abrazó.
Cuántas tonterías te decía y me decías...