El día está gris, ¿eso explica mi semblante, cierto? Sí, tú bien sabes que los días grises me deprimen, se me antojan con café y tus dedos desenredándo mi cabello. Afuera no hace frío, no hay lluvia y ni siquiera hay viento... Y sin embargo está gris.
Hace mucho que no te escribo, hace mucho que no te nombro, hace mucho que ya no me mojas.
Y pese al "mucho", te extraño.
Siento esa opresión asfixiante de tu ausencia, ese eco ensordecedor de tu silencio, ese dolor punzante de tu despedida. Te extraño.
¿Recuerdas el vestido blanco que había comprado? Ya lo estrené, me quedaba un poco vacío (recuerda que soy copa B). Y las botas para lluvia ¿sabes qué hice con ellas? Me puse a brincar en los charcos mientras bailaba bajo la lluvia. Ya tengo unos VANS rojos, me van bien con el pantalón negro y el moño que desentona con mi mirada sombría. Mi chaqueta negra se desgarró. Ya le lloré a todos los personajes de Zafón, cambié mis lentes y después de tanto estudio necesito otros nuevamente. Neruda no está en mi mesa de noche pero se me a ido metiendo en el corazón. Hay mucho blues en mi iPod y llevo más de 10 pares de audífonos descompuestos. ¡Trabajo en el mejor lugar del mundo! No, no es en una cafetería y tampoco en una librería, ¡mucho menos en una cafebrería! Trabajo en un hospital, en el área de cuidados intensivos. Sí, estoy empapada hasta los zapatos clínicos de medicina, ¿que si me gusta? ¡Lo amo! Me encanta todo lo que estoy aprendiendo, todo lo que estoy ayudando y por si fuera poco todo lo que me ayudan mis pacientes a mí.
La escuela, va bien, un poco aletargada y postergada por el momento pero ya iremos avanzando. No es por nada pero la bata me sienta bien.
Hace meses que no tomo una gota de alcohol (tampoco es que haya sido una borracha o mucho menos pero es algo que me sorprende), y ni hablar de fumar. ¿Sexo? En efecto, sólo eso y para mi desgracia no me satisface, no me llena, no se me antoja.
¿Amor?
Amor. Siendo sincera he olvidado cómo se siente, la manera en que lo saboreaba relamiéndome los labios. No, hace mucho que no me visita. Lo tuve unos cuántos meses, en diciembre, por ejemplo, me acompañó a recibir al 2014 con una sonrisa y un tierno beso en los labios. Me trajo charlas graciosas y vaivénes de ánimo, me cogió de la mano y me invito a volar. ¡Y yo que tanto me aferraba a él! Lo hacía mío hasta con los dientes y sin darme cuenta se me escapó como un suspiro. No lo vi partir pero su ausencia no se ha hecho presente, no me calado recordándome que tengo huesos. Sabes, hace mucho que no lo recordaba.
Regresé, ¿me extrañaste? Sinceramente yo sí. Me hacías tanta falta. Me picaban las manos por escribirte pero eran más las ganas de vivir.
Gracias por quedarte, allá afuera todo sigue igual.
Regresé, al final me di cuenta que soy peor para vivir que para escribir.