Aquellos dos jóvenes, de hormonas alborotadas.
Buscando un lugar dónde liberar su pasión.
Entre beso y beso, arrumaco y arrumaco llegaron a una pequeña bodega maloliente.
Había productos de limpieza, tinas y demás artefactos como trapeadores, escobas,etc. Olía mal, pero era silenciosas, obscura y sobre todo... vacía.
Abrieron la puerta, cómplices de una lujuria desbordada, y entraron.
Se besaron impúdicamente, de arriba a abajo, de adentro hacia afuera.
Se tocaron lento, suave; rápido, fuerte.
Se arrancaron poco a poco la ropa.
Se rasgaron poco a poco la piel.
Se amaron poco a poco hasta llegar a una explosión de sensaciones indescriptibles.
Así eran ellos: espontáneos, excéntricos, inusuales, diferentes, únicos.
Así era su amor.