Estoy asustada; olvidé guardar la protección de sus abrazos, la firmeza de sus palabras, la seguridad de su beso en mi frente.
Olvidé como ser mujer, y ahora me encuentro aquí escondida bajo las sábanas cual niña en plena obscuridad.
Todo está cerrado, pero el miedo logró entrar.
No sé qué hacer, tengo miedo. Mi oso de peluche ya no dice palabras tan convincentes como antes.
Podría salir de la cama y encender todas las luces, pero tendría que abandonar mi refugio y las sábanas son mi única armadura.
Podría meterme bajo la cama, pero estaría invadiendo el hogar del monstruo que ya se esconde ahí.
Podría correr hacia el armario, pero los abrigos me atacarían por la espalda, ahogándome entre sus pieles aterciopeladas.
Podría bajar las escaleras corriendo, pero cerré todas las puertas y he olvidado dónde dejé las llaves.
Podría ser una mujer cualquiera, encerrada en una casa cualquiera, pero el miedo se coló y ahora yace encerrado conmigo.
Podría dejar de ser una pequeña asustada, en busca de un refugio que calme sus nervios; pero olvidé cómo ser una mujer.
Podría, pero el miedo se coló y ahora yace encerrado conmigo.