Al terminar de leer “Sal
con una chica que lee”, sonrió.- Abigaíl leía, escribía y tomaba café. Abigaíl era
frágil, torpe y muy dulce a la vez. Abigaíl era una mujer melancólica,
sentimental y susceptible a cualquier comentario con respecto a su persona. De
apariencia “ruda” y un tanto agresiva, desinteresada, fuerte e inmune a los
demás. Abigaíl aparentaba ser una mujer segura y por dentro se escondía tras la
puerta, cual niña pequeña.- Al terminar de leer sonrío y se sintió herida,
porque a pesar de ser tan maravillosa como ese texto decía, como muchas
personas afirmaban como él llego a afirmar, a pesar todo eso, ella no lo
sentía. Abigaíl es inestable y empieza a preocuparse por su físico, más que
para agradarle a los demás es para agradarse a sí misma; quiere sentirse
orgullosa del reflejo que le muestra el espejo. Abigaíl es insegura, duda en
cada decisión que toma, en cada paso que da y en cada respuesta que afirma.
Abigaíl sabe lo que es amar y por ende, sabe lo que es doler. Al
terminar de leer “Sal con una chica que lee”, se sintió
herida, estúpida, insignificante; porque nada de eso era suficiente para el
hombre que ella amaba y el que le había jurado amor incondicional. Ella no era
lo suficientemente linda, tierna e interesante, lo sabía porque de no ser así,
él no hubiera necesitado “amigas” porque la tenía a ella, y ella leía y
escribía también y aún así no era suficiente.