Susúrrame al oído, hazlo muy suave para que el viento no te escuche y el mar no te vea.
Cuéntame, en medio de éste cuarto obscuro, las razones de que la soledad me embriague noche tras noche, la razón de que mis ojos lloren al verte, y entre caricias se enmudezcan mis labios.
Ven, susúrrame al oído todos los errores cometidos, las faltas, los fracasos.
Cuéntame cómo pasaré mis noches en soledad, en recuerdos y llanto.
Entre nudos rotos y gargantas irritadas, entre golpes de pechos y mañanas apagadas.
Entre nudos rotos y gargantas irritadas, entre golpes de pechos y mañanas apagadas.
Susúrrame suavemente...
Despacio, no tengo prisa por que te apartes de ahí.
Únete a mi oído y llénalo de tu voz, así como hiciste con mi corazón.
Ven, susúrrame que te quedarás a mi lado.
Dime que éstas lágrimas se marchitarán.
Dime que esto es una pesadilla y pronto voy a despertar.
Dime que aún eres mío, que me perteneces y sigues aquí.
Dime que esto es una pesadilla y pronto voy a despertar.
Dime que aún eres mío, que me perteneces y sigues aquí.
Susúrrame al oído, quedito.
Como quien no quiere despertar a alguien que yace en un sueño placentero.
Como quien llega a mitad de la noche, tan sólo a decir "buenas noches, te amo".
Como quien no tiene ganas de irse y está seguro de quedarse a dormir.
Como quien llega a mitad de la noche, tan sólo a decir "buenas noches, te amo".
Como quien no tiene ganas de irse y está seguro de quedarse a dormir.
Susúrrame suavemente...
Despacio, no tengo prisa por que te apartes de ahí.
Dime lo que sientes, pero no me digas que ya no me amas.
Ven y susúrrame palabras necias, tontas e incoherentes,
palabras dulces, tiernas e indelebles.
Susúrrame lo que quieras,
pero no me susurres tu adiós.