lunes, 21 de octubre de 2013

No te necesito, pero me gustaría que estuvieses.

"No necesito tacones para ser mujer, ni olvidar cómo llorar para ser fuerte.
No necesito carcajearme para demostrar que soy feliz, ni guiñarte un ojo para hacerte saber que estoy contigo.
No te necesito para poder amarte, ni me hacen falta las palabras para hablarte.
No necesito que salga el Sol para ver la luz, ni la lluvia para refrescarme.
No necesito alas para volar, ni morir para aprender a vivir.
No necesito decirte que te quiero para que lo sepas, aunque debería.
Mucho menos necesito sufrir para merecer. Ser merecedora de todo y de ti.
No necesito competir contra ninguna otra mujer para que sepas lo que soy yo.
No necesito demostrarte que eres importante si eres incapaz de ver que te lo he venido demostrando hasta cansarme.
No necesito decirte que exagero cuando digo que me canso porque en realidad nunca dejo de intentar.
No necesitas abrir los ojos para que me veas, ni que me toques para que me sientas."
No necesito arrastrarme y suplicar perdón para que te des cuenta que estoy arrepentida.
No necesito llorar y manchar mi rostro de rímel para que te des cuenta que estoy triste.

No necesito gritar y arrancarme la piel para que sepas que te extraño.
No te necesito para que me hagas compañía, ni me hace falta tu presencia para sentirte.
No necesito vestirme de negro para que sepan que mi alma está de luto.
No necesito ver fotografías para recordar lo felices que fuimos.
No te necesito llamando cada noche a mi puerta, ni abrazando mi cuerpo cuando tiembla de frío.
No te necesito, pero me gustaría que estuvieses.

domingo, 20 de octubre de 2013

Viento.

¿A dónde fuiste, viento?
¿Por qué ya no me despeinas como antes?
¿Qué pasó con las caricias gélidas por las mañanas?
¿Hace cuánto no me erizas la piel?
¿Dónde estás cuando uso falda?
¿Y mi perfume, por qué no lo llevas hasta él?
¿Y mis suspiros, cuántas nubes podrías formar con ellos?
¿Y mis silencios, cuánto eco han hecho?
¿Y mis palabras, en qué hoja en blanco se fueron a plasmar?
¿Y mis dudas, qué nidos formaron?
¿Y mis lágrimas, cuántos campos regaron?
¿Y mis miedos, en qué glaciar se acomodaron?
¿Y mis ganas, cuántos riachuelos regaron?
¿Y la miel de mis ojos, qué colmenas llenaron?

¿A dónde fuiste, viento?
Aquí hay muchos recuerdos, música y café.
Compré un nuevo dije de luna, para cuando quieras columpiarte en mis clavículas.
Tengo un nuevo vals para mojarnos.
Encontré una vela que cumple deseos cuando la apagas.
Guardé jabón para que me ayudes a soplar bubrujas.
Y las hojas del árbol tienen una danza nueva para enseñarte.

¿A dónde fuiste, viento?
Tú eras el único mensajero entre nosotros. Trajiste tantas veces su aroma y le llevaste tantas veces mis besos.
Y es que la nube quiere cambiar de lugar, y lloverle a otros cielos.
Los pájaros ya no luchan contra corriente, y no hay manera dr fortalecer sus alas.
El globo sube, en dirección recta y sin escalas entre los dedos de un niño.
La fotografía rota sigue atorada en una alcantarilla.
Las cortinas no hacen una fiesta llena de luces dentro de mi habitación.

Regresa, viento. Aún y sea a congelar el momento, a llevarte mis dudas, a traerme los miedos, a regresarme las promesas, a devolverme los sueños.
Regresa, porque estoy olvidando la manera correcta de volar.

jueves, 10 de octubre de 2013

Duéleme aquí, pero no en pasado y no en recuerdo.


Otra vez, una más.
Un tropiezo, una espina, un daga, un pozo, un abismo... una duda existencial.
Un día, un ratito más.
Una noche, un desvelo, un suspiro, un anhelo, una mirada, un escalofrío o siquiera un déjà vu más.
Vamos a tomarnos un cigarro, a fumarnos un café, a secarnos con la lluvia, a mojarnos cuando caiga el atardecer.
Quédate aquí, porque hace frío.
Quédate, porque el cielo es inmenso y yo sola no puedo contar todas las estrellas.
Quédate, porque el viento sopla y no hay nadie que me despeine.
Otro mes, otro año, otro otoño, otra vida más.
Quédate aquí, que mi silencio ya no grita.
Quédate, que mi piel tiene escamas por no sentir tus manos recorrerla.
Quédate, que mi voz se apaga cual vela acariciada por el viento.
Quédate, que si eres el último en salir serás quien me apague la luz del alma.
Quédate, que el té se enfría.
Quédate, que el libro se enpolva.
Quédate, que la tinta se agota y no habrá manera de empezar otra historia.
Si me vas a doler dueleme ahora, en un beso, en un abrazo, en un adiós. Duéleme aquí, pero no en pasado y no en recuerdo.

Y es que aquí ya no hay nada, mas que cenizas de lo que fue el otoño

Llegas, ¿para qué? ¿Para qué regresas al lago donde arrojaste aquella vez la piedra que se te atravesó en tu camino?
Y yo sigo aquí, amándote como siempre, siendo la misma idiota que te recuerda día tras día a pesar de los años. ¿Y para qué? ¿Para qué si tú ya no estás conmigo?
Ilusa yo, que pensé poder olvidarte, que creí ser más fuerte y me sentí más plena que nunca
¿De qué le sirve a la luna brillar si no hay poeta que le escriba, lobo que le aúlle ni sol que la eclipse?
Y es que aquí ya no hay nada, mas que cenizas de lo que fue el otoño.
¿Por qué? Si yo era tan feliz jugando a que podía intentarlo con alguien mas. Si sus besos no me recuerdan a ti y él me toca en lugares que tú ni sabías que existen.
Vete, que tu amor es como el otoño: solo viene a secar las hojas, para despues dejarlas en el piso esperando a que alguien las pise y las deshaga.