Otra vez, una más.
Un tropiezo, una espina, un daga, un pozo, un abismo... una duda existencial.
Un día, un ratito más.
Una noche, un desvelo, un suspiro, un anhelo, una mirada, un escalofrío o siquiera un déjà vu más.
Vamos a tomarnos un cigarro, a fumarnos un café, a secarnos con la lluvia, a mojarnos cuando caiga el atardecer.
Quédate aquí, porque hace frío.
Quédate, porque el cielo es inmenso y yo sola no puedo contar todas las estrellas.
Quédate, porque el viento sopla y no hay nadie que me despeine.
Otro mes, otro año, otro otoño, otra vida más.
Quédate aquí, que mi silencio ya no grita.
Quédate, que mi piel tiene escamas por no sentir tus manos recorrerla.
Quédate, que mi voz se apaga cual vela acariciada por el viento.
Quédate, que si eres el último en salir serás quien me apague la luz del alma.
Quédate, que el té se enfría.
Quédate, que el libro se enpolva.
Quédate, que la tinta se agota y no habrá manera de empezar otra historia.
Si me vas a doler dueleme ahora, en un beso, en un abrazo, en un adiós. Duéleme aquí, pero no en pasado y no en recuerdo.