domingo, 20 de octubre de 2013

Viento.

¿A dónde fuiste, viento?
¿Por qué ya no me despeinas como antes?
¿Qué pasó con las caricias gélidas por las mañanas?
¿Hace cuánto no me erizas la piel?
¿Dónde estás cuando uso falda?
¿Y mi perfume, por qué no lo llevas hasta él?
¿Y mis suspiros, cuántas nubes podrías formar con ellos?
¿Y mis silencios, cuánto eco han hecho?
¿Y mis palabras, en qué hoja en blanco se fueron a plasmar?
¿Y mis dudas, qué nidos formaron?
¿Y mis lágrimas, cuántos campos regaron?
¿Y mis miedos, en qué glaciar se acomodaron?
¿Y mis ganas, cuántos riachuelos regaron?
¿Y la miel de mis ojos, qué colmenas llenaron?

¿A dónde fuiste, viento?
Aquí hay muchos recuerdos, música y café.
Compré un nuevo dije de luna, para cuando quieras columpiarte en mis clavículas.
Tengo un nuevo vals para mojarnos.
Encontré una vela que cumple deseos cuando la apagas.
Guardé jabón para que me ayudes a soplar bubrujas.
Y las hojas del árbol tienen una danza nueva para enseñarte.

¿A dónde fuiste, viento?
Tú eras el único mensajero entre nosotros. Trajiste tantas veces su aroma y le llevaste tantas veces mis besos.
Y es que la nube quiere cambiar de lugar, y lloverle a otros cielos.
Los pájaros ya no luchan contra corriente, y no hay manera dr fortalecer sus alas.
El globo sube, en dirección recta y sin escalas entre los dedos de un niño.
La fotografía rota sigue atorada en una alcantarilla.
Las cortinas no hacen una fiesta llena de luces dentro de mi habitación.

Regresa, viento. Aún y sea a congelar el momento, a llevarte mis dudas, a traerme los miedos, a regresarme las promesas, a devolverme los sueños.
Regresa, porque estoy olvidando la manera correcta de volar.