Llegas, ¿para qué? ¿Para qué regresas al lago donde arrojaste aquella vez la piedra que se te atravesó en tu camino?
Y yo sigo aquí, amándote como siempre, siendo la misma idiota que te recuerda día tras día a pesar de los años. ¿Y para qué? ¿Para qué si tú ya no estás conmigo?
Ilusa yo, que pensé poder olvidarte, que creí ser más fuerte y me sentí más plena que nunca
¿De qué le sirve a la luna brillar si no hay poeta que le escriba, lobo que le aúlle ni sol que la eclipse?
Y es que aquí ya no hay nada, mas que cenizas de lo que fue el otoño.
¿Por qué? Si yo era tan feliz jugando a que podía intentarlo con alguien mas. Si sus besos no me recuerdan a ti y él me toca en lugares que tú ni sabías que existen.
Vete, que tu amor es como el otoño: solo viene a secar las hojas, para despues dejarlas en el piso esperando a que alguien las pise y las deshaga.