martes, 9 de febrero de 2010


Te paras frente a mí, esperando una respuesta, la cual consigues con un poco de dificultad pero no es de esperarse, tú siempre consigues lo que quieres de mí.
Me escuchas con atención y observas cómo bajo la mirada, me muevo de un lado a otro tocando lo primero que se tropiece conmigo, te das cuenta de mi nerviosismo pero eso no te importa, te acercas lentamente y me acaricias la espalda, me abrazas por la cintura y me besas la mejilla; un ligero "Te quiero" sale de tus labios, doy media vuelta y te beso.

¿Qué patético, no? ¿hasta dónde puede llegar mi estupidez?, ¿hasta dónde puedo llegar a caer?, ¿hasta donde me puedo engañar para evitar el dolor, para evadir mi infelicidad por un breve momento.

Es tan frustrante el poder que tienes sobre mi, lo fácil que me haces cambiar de decisión, la facilidad con la que me confundes, la sencillez con la que me haces dudar, la sutileza con las que me manejas a tu antojo, con tan solo una palabra, un roce, una caricia, haces que mi mundo de venga abajo, que mis piernas se dobleguen. que mi muralla se derrumbe.

Aún a pesar de todo eso te sigo queriendo con una fuerza sobrehumana, con una enorme devoción, aunque sepa que todo terminara mal y que esto me dolerá más a mí, aunque sepa que es a costa de mi dolor seguiré a tu lado cada segundo que me sea posible, no me importar sufrir, es tan tonto que aveces llego a pensar que cuando estoy contigo ya nada importa.




Y así continuo alimentando mi necesidad por ti...