Llegas, ¿para qué? ¿Para qué regresas al lago donde arrojaste aquella vez la piedra que se te atravesó en tu camino?
Y yo sigo aquí, amándote como siempre, siendo la misma idiota que te recuerda día tras día a pesar de los años. ¿Y para qué? ¿Para qué si tú ya no estás conmigo?
Ilusa yo, que pensé poder olvidarte, que creí ser más fuerte y me sentí más plena que nunca
¿De qué le sirve a la luna brillar si no hay poeta que le escriba, lobo que le aúlle ni sol que la eclipse?
Y es que aquí ya no hay nada, mas que cenizas de otoño.