domingo, 30 de septiembre de 2012

Sólo soy letras.

Viviendo sin ti, estoy vacía, hueca, perdida.

Vivir sin ti, es sentir constantemente como sangran y supuran mis heridas. Pero no.
Luego me observo en el espejo y me doy cuenta: lo que brota de mis poros, no es sangre.
Tampoco son fluidos corporales. Y es que… no tengo heridas, no tengo poros. Ni siquiera tengo piel. Yo no existo… Yo dejé de existir cuando me perdí en el abismo. Sí, porque tus ojos son un abismo: oscuros, sin final, inaccesibles.

Cuando te miraba, mi miocardio se descontrolaba y mis pupilas se contraían…
Y es que mi organismo lo sabía: estaba cayendo en un espiral de ramificaciones infinitas.
Me estaba perdiendo en tu mirada, me estaba quedando sin vida.
Antes de morir, al darme cuenta de lo que sucedía: intenté salvarme.
Introduje los dedos en mi cavidad bucal, traté de vomitar. Y sí. Vomité.
Vomité torrentes de humo negro, expulsé de mi cuerpo la esencia a ti, o por lo menos eso creí...
Pero nada. Todo seguía igual: mi respiración jadeaba, mis mandíbulas se dislocaban.
Era yo que sin aliento me quedaba.Fue entonces cuando me percaté de que todo fue inútil.
No podía desprenderme de ti: cada una de mis células, cada una de mis vertebras, tenían una marca de tu ser, no de mí.

Mi cuerpo dejó de ser mío. Yo dejé de ser yo.

Empecé a convertirme en una secreción de tu persona. Y no puedo negarlo: cuando estaba muriendo en ti, sentía un poco de placer. Me gustaba como se sentía. Sentía que moría…
Pero había un extraño encanto en eso: no sentir a la vida tan mía.
Era una sensación poco común, agradable, efímera. Yo antes de toparme contigo, tenía mi existencia muy controlada, muy tranquila… Agonizar en tu piel, fue como una salida. Una salida a la rutina.

Una de las cosas que me extasiaba, era cuando bailábamos.
Envenenarme de música, intoxicarme de tiempo. Sentir en mi cuerpo, a las serpientes hambrientas: a tus dedos. Yo bailaba hasta no ser, hasta quedar desaparecida…
Hasta que mi alma se metamorfoseara, hasta sentir a mi piel podrida.

Bailar y besarte. Besarte: eso era lo que más me gustaba.
Cuando nuestros labios se acercaban, por inercia se besaban. Tu lengua arenosa me absorbía…
En cada bocado parecías aspirar para tí, el alma de mi ser.

Y eso, era lo que me mataba. Porque en cada beso y en cada bocado, estaba el sabor a engaño. El mismo sabor que luego me volvió insípida. El mismo sabor que me hizo añicos, que me resquebrajó.

Ahora de mi, ya no queda nada...

Ya no soy cuerpo, ni espíritu. Mucho menos soy alma.
Ya no soy carne, ya no soy una representación de la materia…

No… Ahora sólo soy letras.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cansada.

     Otra noche sin dormir. Más allá del dolor físico habitual que atormenta mis sienes, creo que es una angustia mental lo que me impide concebir el sueño.
Más que angustia, es incorformidad, de mi, de mi existencia… 

     La noche está tan cerca de mí, que puedo sentir como el aire esgrime. Y ojalá se acercara para abrazarme, pero no: la noche a mi no me abraza, me quema con su frío; y junto con la luna, me maltrata. Es castigo. 

Hoy no amanecí, hoy desperté. 

    Desperté angustiada de corazón y de mente, angustiada hasta la médula, y a decir verdad, harta de mi misma. No quiero estar bajo esta piel. No quiero estar dentro de esta nube. La oferta de la vida me parece demasiado vulgar. Aspiro a salir de mi yo. 
    Ciertamente me gustaría desaparecer, de hecho, diría que hoy más que nunca, pero probablemente lo vuelva a repetir; a fin de cuentas siempre acabo diciendo lo mismo, ¿no? He gastado tanto el diccionario que no me siento en condición de continuar reflejando lo que voy sintiendo en las líneas. Sin embargo, lo sigo haciendo. Y es que estas líneas son mi único escape, son las únicas que me abrigan y que me liberan; líneas, letras, tinta, únicas que pueden ampararme.
 Únicas que pueden retener esto, que pueden protegerme de mi. 


Desearía evaporarme, quedarme en un lugar tan oscuro como el espacio y allí sentarme, abrazar mis piernas con mis brazos, cerrar los ojos y recostar mi cabeza en mis rodillas; derramar mi alma, derramar mis lágrimas, hasta que ya no salgan, hasta que todo ese líquido se haya acabado y tenga que comenzar a llorar sangre; y en una de esas, tener la suerte de que la sangre se acabe. 

¿Acaso me he rendido? ¿Quiero morir? ¿A eso se reduce? No. La pregunta es falsa.
No me quiero cortar las venas, no quiero tragarme 24 diazepam, no quiero tirarme por un balcón.
 No.  No quiero la muerte porque no quiero nada. Sin embargo, si existiera una manera de acabar conmigo misma mediante alguna acción puramente mental, lo haría de inmediato, sin perder más tiempo. 

 Me cansé de que pregunten: no voy a dar respuestas; no porque no las tenga, sino porque no estoy de humor para respuestas.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Lo juro.

Te juro, sin engaños, que he pensado en ti. Y en tus ojos.
Te juro que he pensado en tu voz, en cómo cambian mis noches cuando te veo parpadear, sonreír.
He pensado en esa manera tuya, muy tuya, de observarme sin querer hacerlo, de estar junto a mí y estar como invisible, de hablarme sólo para recordarme que aún le das vuelta a mi corazón.
Te juro que he pensado en tu piel, ese manto de seda que me gustaría usar para arroparme; he pensado en tus labios, y en ese hablar en bajo tono que tienes, como destilando complicidad.
Te juro que he pensado en cómo era antes de ti, en cómo me perdía en mi cuarto, me miraba al espejo y sentía que estaba sola.
Te juro que a veces me sigo sintiendo sola, pero ahora, sé que no lo estoy completamente, porque al verme, te veo.
Y recuerdo tus letras, esas que me llenaron los vacíos que no sabía que tenía.
Te juro que te veo, aquí, en mis ojos, en mí. Y te imagino, callado, hablando. De cualquier forma, sigues sin estar.

Sólo eres la navaja que siega mis impulsos. ¿Eso es bueno? ¿Eso es amor?

Tengo memoria.

"Tengo memoria de cada una de las fisuras de tu cara..., también de tus surcos y palabras.
Tengo memoria de tu mirada.  
Tengo memoria de la arritmia en mi pecho, memoria de cada beso: del primero, del segundo, del tercero. Y también del cuarto.  Tengo memoria de tu abrazo, del asfalto.
Tengo memoria de todo el tiempo que estuve ahí… Tengo memoria de ese día. 

Acariciaste mi rostro con tus manos de pianista…, y no dolió; luego pintaste con tus labios un amanecer en mi cuello: tu lengua fue el mejor pincel, y la saliva la mejor pintura.
Todo como debió ser.
Y sí, ese abrazo tuyo se sintió bien. O quizás más que bien, no lo sé; pero mis ojos, poco a poco, se fueron convirtiendo en dos gotitas de líquido salado. Llanto inesperado. 
Recuerdo el recorrer de tus dedos por mi hombro, cuando apartaste mis cabellos y dejaste mi clavícula desnuda; y la mordiste, así, como queriendo arrancar un pedacito de mi para llevarlo en tu boca. ¿Recordarás todavía el sabor? Siempre me pregunto.
Sonreírnos el uno al otro, cara a cara, con los ojos cerrados, eso fue lo mejor.
El instante se me hizo eterno..., luego nos miramos y era como si cargáramos los ojos desnudos, eran cuatro esferas negruzcas y laberínticas que se estaban mezclando.
Las extremidades comenzaron sobrar.
El mundo no se detenía y yo seguía perpleja por el efecto de iluminación intensa sobre tu rostro. 
Tengo memoria de todo. Y es que estuve escrutando tu piel casi al milímetro.
Fueron milímetros perfectos que mi ojo imperfecto vio. Y aunque han pasado ya varios meses, recuerdo ese día con mucha nitidez…, como si todo hubiera sucedido ayer.
Desde ese día duelen estas manos de mármol que no te dibujan en mi boca. Duelen.
Algunas veces me dan ganas de cortarlas…, para no escribirte, para no recordarte.
Pero nada que hacer, sigo en el mismo lugar. Recordando. Escribiéndonos."
Sé que ya no estás, sé que no quiero que estés; pero si algún día regresas solo espero que yo te siga amando tal y como ahora.

jueves, 27 de septiembre de 2012

1er mes.

Hoy es 28, y no queda nada por celebrar.

Quisiera decirle que lo extraño, que lo extraño aún más de lo que me extraña él a mi.
Quisiera decirle que le he mentido; que le miento hasta con el pensamiento, pero que nunca podría mentirle con el alma.Quisiera decirle que lo pienso al despertar, al andar, al respirar, al anochecer, al dormir, al soñar.Quisiera decirle que deseo estar con él, reírme hasta llorar y no llorar porque no puedo reír.
Quisiera decirle que no me importa nada lo que haya pasado, que lo perdono y quiero regresar.
Quisiera decirle que me envuelva entre sus brazos y me deje ahí hasta quedarme dormida.
Quisiera decirle que deseo que me haga suya, que me bese el alma y me acaricie la médula espinal.
Quisiera decirle que aún me quedan palabras por escribirle en la espalda.
Quisiera decirle que me hace falta, a un ladito, en la cama.
Quisiera decirle que nadie me gusta como él, que nadie me abraza como él, que nadie me besa como él, que nadie me hace reír como él.
Quisiera decirle que lo amo, y que estoy cansada de todo esto; que todo se puede ir a la mierda y nosotros podemos volver.
Quisiera decirle que cometí un error al alejarle de mí.
Quisiera, pero ya no queda por celebrar.


Hoy es mi primer mes sin él, si un nosotros; el primer mes del adiós.
Hoy la herida duele más que otros días, es porque la fecha la abrió.




De ti.

-Alejandro, tengo ganas de ti.
-¿Qué has dicho? 
- No me tomes el pelo.
- No, te juro que no te he entendido...

[...] Lo miro a los ojos y me pierdo embelesada por su mirada, por esos ojos que contienen amor o quizá no, pero no me lo pregunto, ahora no... Y me habla y no lo entiendo, y suspira en mi oído, y el viento, y el placer que roba, que se lleva sus palabras, y sonríe, y sigue moviéndose, y me gusta, y no entiendo y le beso las manos y estoy hambrienta y se lo repito...

- Alejandro, tengo ganas de ti.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Impaciencia.

Las palabras que jamás te he dicho siguen guardadas aquí, y tú, que estas y no estás...
Cómo siempre no es el momento.

Las miradas que jamás he cruzado siguen haciendo brillar mis ojos.
Y tú, que vienes y te vas, para no variar se nos pasa el tiempo.

Los abrazos que jamás te he dado siguen adheridos a mis huesos-
Y tú, que apareces y te evaporas. Así quedo yo, rumiando en el silencio.

Tantas cosas en espera, contenidas, caricias ardientes que se me escapan...
A intervalos impacientes ¡Y tú, que tardas tanto!

No me queda más que esperarte... o hacerme a la idea de que ya te has marchado.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Soledad.


Hago todo lo que puedo, pero escucho voces que tienen prisa por hacer eco en mi alma, urgencia por decirme que es el momento de ponerse en movimiento y dejar de estar viviendo de suposiciones, de recuerdos... escucho voces que me hablan como en sueños, con pausas y arrastrando las palabras, esas voces aconsejan hacer nada, lo que ha de pasar ya pasará y que aquí puedo seguir eternamente, minuto tras minuto, pues por mas que me entregue jamás es suficiente, con las expectativas llenando mis manos puedo continuar esta sarta de apariencias y esperar fervientemente con el rostro pegado a la ventana.

Y de pronto, sacudo la cabeza y me pregunto por qué si estoy rodeada de tantas voces rumiando todo esto, me encuentro en medio del silencio, en el silencio y en esta absurda, patética y elegida soledad.

Podremos.

"Guardemos esto, quitémosle las etiquetas, metámoslo en un cajón, almacénalo al fondo del corazón, tomemos esto, atémosle por todos lados, y déjame arrullarlo entre mis brazos, y cuando se duerma, saldremos de puntillas, y tu no gires la cabeza atrás, y yo no volveré sobre mis pasos... y tal vez después, cuando no exista esta distancia, en una realidad donde no nos hiera la ausencia, pudiera ser que podamos hacer esto crecer, y descubrir que en verdad no nos conocemos y que todo esto comience de nuevo.

Deshagamos esto, triste intento accidentado en el fondo del dolor de quien no sabe vivir sin verse ni tocarse, ilusiones absurdas de almas que solo pueden presentirse, esto que es un cuchillo atravesado en el pecho de quien solo vive de sueños y que concede a la imaginación mas razones de las convenientes, dejemos de disfrazar esta impotencia con la ansiedad de sentirnos, con la sed insaciable de probar a querernos.

Olvidemos esto, cambiemos el nombre y las definiciones, que ya duelen las manos de darle electrochoques, que las lágrimas son sangre cuando los estertores son de muerte, que mientras esto pasa nuestras vidas siguen, y no detendrás tus emociones por mi, y no me quedaré estática por ti, y con labios amargos comprobamos que esto hiere, que lastima tanto esto que sentimos.

Sé que podemos enfrentar esto."

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ausencia.

Hoy tampoco te veré, y aunque me niego a admitir que extraño ver tu sonrisa dibujada en esa cara de seriedad que tienes; suspiro, me rindo, y acepto que tú te has convertido en esa necesidad que tortura, en esa penuria que hace morir lentamente. Estos minutos que pasan y en los que logra atraparme la nostalgia se convierten en cruces que marcan más tu ausencia. Si. Duele no poder verte, duele tu ausencia, duelen estas dagas que se clavan sin piedad y sin coherencia en este corazón que estas matando a recuerdos, y es en este pecho donde a momentos todo se ahoga en el deseo de ti. En este silencio vislumbro tu figura, y me devora la urgencia, yo ya quiero tenerte de nuevo aquí, conmigo... Todo lo tuyo me hace falta.

Hoy tengo ojos de pupilas inundadas, hoy tu ausencia es esa lluvia que no cesa, de cielos nublados y furiosos, tu ausencia es fuego que no quema, donde la luz no es cálida, donde la luz es frío, sombras y cenizas que marcan el espacio donde siempre estas y donde hoy solo habita el vacío. Me pregunto como estas hoy, que tal va tu día y me lamento que no estés aquí para convencerme de hacer esas actividades que declaro absurdas, esas que me quitan el tiempo y me colman la paciencia, y que hoy quien dijera que hecho tanto de menos.

Aquí estoy. Aquí sigo. Paciencia. Esperare tu regreso, y ten por seguro, la alegría de verte me hará olvidar estos lóbregos delirios en los que jamás creí evocarte tanto, hablaremos y me sentiré crispada de escuchar esos tus torrentes de palabrería ininterrumpida que dominas con exquisita perfección. Viviré de nuevo tus habituales locuras, tu creatividad, tus alardes de sapiencia, tus delirios de grandeza, discusiones, retos, tus preguntas, y hasta tus intentos de arte, estaré crispada, alterada, impaciente, exasperada… y, créeme: Feliz.