Hago todo lo que puedo, pero escucho voces que tienen prisa por hacer eco en mi alma, urgencia por decirme que es el momento de ponerse en movimiento y dejar de estar viviendo de suposiciones, de recuerdos... escucho voces que me hablan como en sueños, con pausas y arrastrando las palabras, esas voces aconsejan hacer nada, lo que ha de pasar ya pasará y que aquí puedo seguir eternamente, minuto tras minuto, pues por mas que me entregue jamás es suficiente, con las expectativas llenando mis manos puedo continuar esta sarta de apariencias y esperar fervientemente con el rostro pegado a la ventana.
Y de pronto, sacudo la cabeza y me pregunto por qué si estoy rodeada de tantas voces rumiando todo esto, me encuentro en medio del silencio, en el silencio y en esta absurda, patética y elegida soledad.