jueves, 24 de diciembre de 2015

¿Otro año que queda atrás?


Siempre he dicho que "uno nunca sabe con quién empieza y mucho menos con quien va a terminar" y es precisamente en éstas fechas cuando lo confirmo.
A lo largo del año hubo muchas bajas, más de las que podría contar. Creo que fue el año en que más he llorado, gritado y maldecido. Fue el año en que más me he dado por vencida, me he arrastrado y lastimado de muchas maneras. En éste año perdí gente que había sido importante en mi vida y muchas razones para seguir adelante.
Pero éste año no queda atrás porque gracias a él pude llegar a lugares desconocidos. Me hice fuerte, capaz y segura. Aprendí tanto de mí que ahora puedo compartir un poco de eso con los demás. Entendí que las cosas pasan por algo y que de uno depende hacerlas buenas o un momento amargo para recordar. Conocí gente maravillosa, gente con la que quiero compartir mi vida entera, gente a la que no necesito en mi vida y algunas personas a las que por razones del destino ya no puedo tener. Lloré, grité y maldije,me arrastré, me dejé vencer y me lastimé de muchas maneras. Sí, pero también lloré de felicidad, grité a carcajadas, maldije de la emoción, me arrastré por jugar en el piso, me dejé vencer para aprender a agarrar coraje y levantarme aún con más fuerza. Me lastimé por correr y caer, por brincar para alcanzar algún árbol.
No me queda más que decir "gracias", por todo, por nada y por tanto. Gracias por venir, por pasar de largo y por quedarte. Gracias por compartir un poquito y llevarte algo de mí.
El año no queda atrás, el año se vive, se recuerda y se agradece. Felices fiestas.

domingo, 20 de septiembre de 2015

No todos los caminos llevan a Roma, a mí me llevaron a usted.

Hola, mucho gusto. Mi nombre es Abigaíl y hoy vine a presentarme.
No sé si sea muy tarde o muy temprano, pero creo que después de 8 meses usted sabrá más cosas de las que aquí contaré:
Tengo 20 años, de los cuales he pasado 18 estudiando de manera consecutiva. Me gusta el café. Amo los días con lluvia, pero me ponen triste. Estudiaba Medicina (o al menos lo intenté). Tendré un pug y lo llamaré "JAMES", tendrá boinas color rojo, negro, azul, gris y marrón. Me gusta el pay de queso con fresas y el pastel de zanahoria. Leo por las noches, con la luz a medias. Tengo el doble de astigmatismo en el ojo izquierdo que en el derecho. Usted me gusta. Uso brackets desde los 18 y aún no me los han podido quitar. Tengo una teoría acerca de los colores del cielo nocturno. Me enloquece el blues. Adoro mirarlo a los ojos y perderme una eternidad recorriendo sus pestañas infinitas. Tomo fotografías por necedad, siempre quiero captar alguna sensación pero siempre fallo. Me gusta caminar descalzas sobre el césped húmedo. la CocaCola me provoca eruptos. La última vez que conté mis lunares eran 73, pero usted puede empezar desde cero. Soy fan de Twitter. Me gustaría cortarme el cabello al ras de mi cabeza pero la forma de mi cara no va acorde. Soy 36B. Me enredo el cabello en la toalla cuando salgo de bañarme. Escribo por terquedad. Guardo mucho silencio. Abrazo mi almohada con la esperanza de que a mitad de la noche aparezca usted en lugar de ella. Tomo muy literal las palabras de la gente. Soy soberbia, orgullosa, terca, obstinada y rejega. Llevo VANS desde los 16. Tengo un expansor en mi oreja derecha. Estoy tan feliz de estar con usted. Prefiero el chicle de menta, el agua fría y los cachetes se me sonrojan con facilidad. En otra vida fui hippie. Fumo a capricho (de mi migraña). Soy una cursi corta-venas que ha leído más de 4 veces "La Tregua" y sigue llorando entre cada capítulo. No todos los caminos llevan a Roma, a mí me llevaron a usted. No soy muy buena cocinando pero es algo que me gusta hacer. Me voy a tatuar una libélula y una frase que yo misma inventé. Frida era perfecta, Diego un imbécil y su arte una representación exacta de la cultura mexicana. No soy fiel a ninguna religión y no le profeso amor a un Dios que no existe. Sus manos entre las mías es la mejor forma de protegerme del frío que alguien pudo inventar. Odio que me tomen fotografías mientras como. Tengo dos mejores amigos. Canto canciones de Cri Cri. Me toco las clavículas cuando estoy nerviosa. Llevo las uñas de los pies pintadas de un tono azul metálico. Me depilo el cuerpo los domingos. Pongo 3 cucharadas de azúcar a mi café cuando estoy triste (regularmente pongo 2). Podría abrazarlo hasta que se me cansen los brazos o nos fundamos en un solo ser lleno de luz, calma y amor. Tecleo tan rápido en la computadora que a veces repito las palabras porque olvido si ya la había escrito antes o no. Mi color favorito es el azul. Ray Charles me susurra quedito mientras no puedo dormir porque mi cuerpo anhela su presencia. Cierro los ojos y veo el globo aerostático que aparece en los lentes cuando te hacen el examen de la vista. No sé escribir en inglés. Algún día tendré dos hijos, los cuales aprenderán a leer antes de llegar al kinder y se lavarán los dientes todas las noches antes de dormir. Sé la diferencia entre un tubo de PVC y uno de C-PVC. Odio a una sola persona. Una vez robé un chocolate de un OXXO. Si me dieran a elegir entre morir ahogada o ahorcada escogería darle un beso y desaparecer. Estoy loca, esquizofrénica, maniaco-depresiva. Soy una tormenta eléctrica, un mar de aguas turbias, un terremoto, un desastre natural y odio recogerme el cabello en una coleta. Me gusta el invierno pero mi estación favorita es el otoño. Podría casarme a las 25 años pero no después de los 30. Subrayo mis libros con lápiz. Tengo una marca de varicela y en el pecho. Su cabello revuelto es el mejor lugar en el que me anudado los dedos. Me muerdo los labios por ocio. Odio escribir con un solo color de tinta. Llevo las botas sin anudarme las agujetas. Camino despacio cuando llueve. Hago burbujas con el shampoo mientras me baño. Me excita sentir su pecho a galope y escuchar su respiración entrecortada. Intenté aprender a andar en patineta y me raspé la nalga izquierda. Amo salir a caminar. No solía ir al cine tan seguido. Tomo té de manzanilla cuando amanezco de buen humor. Soy un desastre para pintar uñas. Cuando lloro moqueo en exceso y me asfixio con mi propia secreción nasal. Soy la mujer más fatalista del planeta. Canto quedito, mientras hago el aseo de la casa. Lo amo.
Podría pasar la noche entera escribiendo mil y una de mis manías, pero no todos lo caminos llevan a Roma y ahora que lo tengo a usted se ha vuelto inevitable caminar y descubrir a dónde es que nos dirigimos.

viernes, 21 de agosto de 2015

Las cosas más absurdas de una mujer zurda.


Claro que yo también quise ser princesa
y el centro de su universo
y un poema.
Y que llegara tarde al trabajo alguna vez
por mi culpa.
Que una mezcla de sus genes y los míos
jugara a las muñecas en el salón.
Que los domingos se parecieran a cualquier cosa
menos a domingos.
Que los eneros no tuviera que recurrir a la estufa
para calentarme los pies.
Yo quería un jardín y rosales
y un mar con sus olas,
una talla más de pecho o quizás dos,
un cruce de piernas más erótico
y una voz más femenina.
Quería un montón de fotos con la sonrisa desnuda,
un viaje a Grecia,
un trabajo más decente.
Quería aquello
y eso
y lo otro
y un poco de aquí
y otro poco de allá
y a él.
Sobretodo yo lo quería a él.
Que mis orgasmos no se los tragara el desagüe,
ni mi corazón se quedara sin cobertura
y que los espejos y los hombres
me dijeran la verdad sobre mi cuerpo.
Quería tartas en todos mis cumpleaños
y una posdata que dijera "te echo tanto de menos"
y sexo sin condón ni asientos de coches
y "cariño" y "amor" 
y un "¿cómo estas de tu jaquecas?”
y un " te sienta tan bien ese vestido".
Quería desnudarme en sus pupilas,
comer helado en su espalda,
fumarme un cigarro en su boca,
un silencio que rompiera su palabra,
un hombro que durmiera mis bostezos,
que me sentara mejor aquella falda
y esa blusa
y su piel.
Sobretodo su piel.
Y es que aunque ahora no te lo creas
yo solamente quise ser feliz.
-Ernesto Pérez Vallejo.

sábado, 27 de junio de 2015

Yo no sé por qué pecado estoy pagando pero espero que, en su momento, al menos haya valido la pena.

Pedí crayolas y me dieron un cielo gris.
Quería brincar en los charcos y obtuve una tormenta.
Quise reír hasta que se me salieran las lágrimas y comencé a llorar hasta quedarme dormida.

Definitivamente esto no es lo que pedí pero quizá sea lo que necesito.

Me he vuelto tan egoísta que comparto mis risas con muy poca gente.
Soy tan falsa que doy consejos que no sigo.
Creo en alguien sin creer en mí misma. Y ni siquiera le llamo "Dios".
Visto ropa colorida para disimular lo obscuro de mi alma.
Me pinto las uñas para que no vean mis manos temblar de miedo.
Camino despacio para que crean que estoy segura de mi rumbo.
Hablo de mi futuro aunque maldiga mi presente.
Abrazo fuerte aunque esté rota.
Sonrío y la luz no me llega a los ojos.
Me levanto del suelo aunque ya mis pies hayan echado raíces.

Creo que en otra vida fui muy mala y no tuve tiempo de pagar mis errores.

Limpio mis anteojos cada 10 minutos, sin darme cuenta que la causa no es la miopía sino mi concepción de las cosas.
Me anudo el cabello en una coleta, aunque las dudas las traiga sueltas sobre los hombros.
Culpo a mis VANS rotos del dolor de pies, a sabiendas que en realidad es causado por el camino que he recorrido.
Me aferro a la idea de cumplir un sueño que ya caducó y gasto mi dinero en algo que no puedo pagar.
Delineo mis párpados día con día y me maquillo las ojeras noche tras noche.

Yo no sé por qué pecado estoy pagando pero espero que, en su momento, al menos haya valido la pena.

Duermo para escapar de la realidad y hasta en sueños me persiguen.
El monstruo bajo la cama ya se fue, tuvo miedo de mi reflejo.
El espejo se rompió porque no pudo con una mirada tan trasparente como la mía.
Los zancudos me succionan la sangre sin pudor, porque saben que un cuerpo tan inerte no los lastimará.
Las moscas se pasean por mis piernas, porque me saben muerta desde hace meses.
Y yo sigo aquí, fingiendo que soy la luna y hoy tengo qué brillar.

miércoles, 17 de junio de 2015

Tergiversando.

Conozco a un hombre que me hace bien con su mera existencia. Un romántico, soñador y polifacético tipo maravilloso que tiene el cielo en las manos y no sabe caminar sin que se le noten las alas en los pies. Se pone nervioso al hablarme, al agarrarme las manos, al besarme... pero mantiene fija su mirada cuando se encuentra frente a mí. Su andar destila poesia y desinterés. Se le traban las palabras de vez en cuando y la memoria le falla en casi todos los momentos importantes, se le desacomodan las letras pero siempre sabe cómo hacerme reir. Conozco a un hombre que no cumple con mis reglas y que ha desafiado a todo estereotipo que llegué a considerar. Se ha encargado de cambiar mis definiciones del amor y de la vida, de la música, del cine, de la poesía y hasta del amanecer. Conozco a un hombre que ama hasta que se le agoten los latidos, que se anuda las promesas en las pestañas para no olvidarlas y se llena las manos de posibilidades. Que vive el amor con la ternura de un niño y la pasión de un hombre.
Me reconstruyó cuando yo estaba rota y había perdido los pedazos. Me iluminó cuando yo estaba envuelta en un mar de penumbras, aunque él no supiera nadar. Me esperó cuando no tenía reloj y ni siquiera hubo cita previa. Me vio cuando yo era invisible. Me escuchó cuando estaba en silencio y me abrazó mucho antes de que empezara a llorar. Conozco a un hombre que me hace una mejor mujer a diario, que me alienta a seguir adelante y se acuesta conmigo cuando no me quiero levantar. Que me hizo aprenderme todos sus caminos, aunque éstos no llegaran a Roma. Me invitó a dormir en su cama, abrigándome con su piel y dejando que usara su pecho de almohada, me pintó la vida con sus crayolas y dibujó una constelación con sus dedos, en mi espalda. Sabe cómo armarme y deshacerme con un "te quiero". Usa su mirada como arma de doble filo y las manos como cadenas con tercipelo. Celebra nuestras coincidencias como si fueran pequeñas vidas y hace que cada momento sea un sabor diferente de café. Alude mis sonrisas, suspiros y su nombre entre mis labios. Me transforma los truenos en palabras dulces, la obscuridad en juegos lascivos y los fracasos en aprendizajes.
Conozco a un hombre que vivía entre mis manos antes de tocarlo y que me besó mucho antes de posar sus labios sobre los míos; que hizo de mí una página en blanco, un guión cómico-cursi-dramático y de ficción, un poema sin rima y una canción al compás de sus besos. Conozco a un hombre que me acompañó en el camino cuando mis pasos andaban lento y me dolían los pies. Que ha tenido la paciencia para soportar los vendavales y las dudas, los reclamos y chistes malos, las bromas pesadas y disculpas, los momentos empalagosos y salados. Un hombre que me hace feliz y al cual llevo en la punta de mi lengua, me hace sentir liviana, libre, capaz y fuerte... pese a seguir viviendo dentro de mi propia jaula. Un hombre que no ha tenido miedo de lo que soy y que está interesado en conocer aquella mujer que podría ser, que no me ha dejado perderme sin él y que a pesar de no saber a dónde vayamos, el camino resulta sumamente placentero. Que canta conmigo canciones de blues y baila jazz pese a tener dos pies izquierdos, que devora dulces como si fuese una competencia y me rasca la cabeza cuando me recuesto en sus piernas. Un hombre que ha tomado mi mano y no ha querido soltarla pese a la distancia y las adversidades. Conozco a un hombre que hizo su casa en mi alma y que ahora mismo, mientras lee esto, una sonrisa le adorna el rostro... porque sabe que hablo de él.



sábado, 6 de junio de 2015

Camino hacia el lavabo, tomo el cepillo de los dientes y comienzo a tallar con parsimonia entre cada uno de los brackets que aprisionan mis palabras, lo hago despacio y minuciosamente ya que estoy a punto de irme a dormir. ¿Quién eres? Vierto desmaquillante en una bolita de algodón y lo paso por encima de mis párpados, mis cejas, mi nariz... Lentamente voy  deshaciendo aquella máscara que yo misma dibujé antes de irme a clases. ¿Qué haces aquí? Suelto mi cabello y lo dejo caer ondulante sobre mis hombros, voy desenredando cada nudo cual si estuviese en mi garganta. ¿Cómo dijiste llamarte? La muchacha del espejo me escruta con la mirada, repasa cada una de mis lineas de expresión y dibuja entre aquellos huecos donde solía haber una sonrisa ¿Qué edad tienes? Palpa mis ojeras de una manera tan lenta, que por inercia cierro los ojos y siento sus dedos acariciar cada una de mis pestañas ¿Cuál es tu color favorito? La muchacha del espejo sigue ahí, mirándome con sus ojos color ámbar, entrelaza sus dedos y se lleva las manos al pecho. Tiene miedo ¿Qué estación del año prefieres? Le devuelvo la mirada, se asusta aún más.

¿Quién eres y cómo has llegado aquí?- Le pregunto con una mirada recriminante. Ella no responde.
¿Qué quieres y cómo lo vas a lograr?- Baja la cabeza y se observa los dedos impacientes, se muerde las uñas y lame una y otra vez su labio inferior.
¿A qué viniste y por qué aún no te vas?- Exhala un aire tan húmedo y caliente que el espejo se empaña, la muchacha del espejo ha desaparecido y no veo más que mi reflejo.
Soy yo. La señorita cumpleañera que hoy festeja su veinte aniversario. La estudiante de Medicina que reprobará la materia de anatomía, la bloggera pseudo-escritora que viene solo cuando le llega la soga al cuello. La niña que se esconde bajo su cama cuando escucha truenos.
Soy yo; la muchacha en el espejo que lleva las penas bajo los párpados, aquella que mira al suelo para que nadie note su tristeza, la que entrelaza sus dedos cuando no sabe hacia dónde correr.

Hoy no tengo algo grato qué contarle, al menos no por el momento pero usted, señorita del espejo... ¿Haría favor de responderme todas esas preguntas?



viernes, 5 de junio de 2015

Eres lo más bonito que he hecho por mí.

Eres lo más bonito que he hecho por mí.
La gente en vez de decirme "el amor te sienta como un guantazo" ahora me confiesa "el amor te sienta con un guante, blanco, hecho a medida", y yo les contesto: "El amor es una bala unidireccional y nuestro pecho un punto fijo: lo que determina el choque, el temblor, el derrumbe de cimientos o la recuperación del jardín, es el hueco que acompaña a tu mano en el impacto."
En otras palabras, sujeta la mano de tu asesino y ganarás su caricia.
Y es que resulta que a mí el crimen me pilló masturbándote, amor, o masturbándome pensando en ti.
Como si hubiera diferencia.
Como si no fuera lo mismo amarte, amarme, amarnos.
Como si fuera posible soltarte. No lo sé, pero desde que te quiero mis manos están preciosas.
He lanzado el aire todas mis dudas, y ha salido tu cara. Jamás entendí eso de la suerte y de la fortuna, así que no sé bien qué quiere decir, pero me han entrado unas ganas locas de arrojar flores a los pies de tu cama.
La verdad es que la ciudad, mis pulmones y el cambio climático han agradecido esta hostia primaveral. Y ahora respiro mejor, subo sin cansancio las cuestas y puedo durar cuatro estaciones haciéndote el amor.
He bajado los pantalones a las canciones con las que un día lloré y mi pena ha brillado como un pájaro atrapado en la nieve: no quisiera menospreciar mis tormentos, pero tu sonrisa sobre mi lágrima consiguió ser el mejor de los remedios.
Pero no te alejes demasiado, sigo necesitándote por si enfermo.
Lo cierto es que no quiero que suene a chantaje, no malinterpretes mis quejidos, pero es posible que si te marchas llore hasta inundar medio continente, y ya tenemos bastante con los desastres naturales como para añadirle el mío, ¿no crees?
Quisiera explicarte de una forma sencilla que desde ti todo lo malo se ha dado la vuelta, y qué bonito es el optimismo, joder.
Estás hasta cuando no estoy, así defino mi soledad ahora.
Te tengo incluso cuando se me rompen los bolsillos, ocupas mi vacío, eres la antítesis de la nada, aguas mi desierto eres el pasado de todas las ausencias.
No me apena la tristeza, no me dan miedo los días malos ni las malas personas, no evito mi caída, no me importa no acertar.
Eres a mi pena lo que la chimenea al invierno, la sonrisa que no cambia este puto mundo de mierda pero hace que me dé igual vivir en él, el aplauso que infunde valor a mis tropiezos y sabe mejor que una victoria, el centro de la diana de todas mis apuestas...

-Baluarte; Elvira Sastre.

sábado, 30 de mayo de 2015

Mi papá es mi héroe.

Mi papá es mi héroe.
Y ahora me pide que le perdone.

¿Perdonarle qué?
¿Que me haya golpeado? Todos los papás, en algún momento de su vida le han pegado a sus hijos y no es razón suficiente para que ellos se vayan de la casa.

Dice que está dispuesto a hincarse y pedirme perdón.
¿Hincarse? ¿Para qué? Que se deje de ridiculeces. Yo no necesito verlo humillado ni mucho menos, porque no soy como él. Yo no necesito gritarle que es un inútil, que no vale madre, que no sirve para nada, que siempre ha sido una carga, compararlo con los demás para darme cuenta que no es lo que espero.
¿Qué quiere que le perdone?
El no haber estado como papá  sino como alguien que nos mantuvo de manera económica. El nunca haberme preguntado cómo me sentía sino qué me faltaba por comprar. El no haberme apoyado cuando le dije que tenía novio, cuando creí poder tener la confianza de contarle que alguien más entraba en mi vida.

¿Qué quiere que le perdone? Que jamas me haya preguntado si en verdad quería estudiar Medicina y se jactara con sus amigos diciendo "mi hija va a ser cardióloga", sin saber que realmente a mí me gustan los pulmones. Que el día de mi examen en lugar de desearme éxito me haya mandado a la verga (de manera literal, por el hecho de haber olvidado mis lentes en ma casa). Que en mis 20 años jamás haya escuchado un "feliz cumpleaños" de su parte sino un "sales carita, siempre te doy los regalos más costosos".Que nunca se haya tomado la molestia de abrazarme y yo buscara esa figura masculina en alguien más. Que no confiara en mí y pensara que en lugar de trabajar en las noches me iba a no sé dónde con no sé quién. Y al entrar a trabajar al hospital "más chingón" de latinoamérica lo único que me dijera fuera "si las vas a andar dando, de perdido cobra". ¿Eso quiere que le perdone?
Que por más que yo le tema a los truenos el no vaya a estar para darme un beso en la frente y decirme "no te preocupes, sólo será un ratito".

Mi papá es mi héroe.
Porque con cada uno de sus golpes aprendí a ser más fuerte.
Porque al no reconocer mis triunfos me di por vencida en muchas cosas que realmente no me gustaban y sólo hacía para destacar ante él.
Porque cada grito, insulto y maldición me impulsaron a leer, para conocer el significado de las palabras y el dolor que provoca cada una de ellas.
Porque si en lugar de darme $200 cada que llegaba de viaje me hubiera dado un abrazo, hoy yo no sabría la importancia y el valor que tiene el abrazar a tiempo.

Que me disculpe mucho, pero no puedo perdonarle, pero aún así sigue siendo mi héroe.
No puedo porque pasé mi infancia con un carácter de mierda y una inseguridad que inclusive hoy en día me persigue. No puedo, porque tuve que mentir en mi adolescencia para no incomodarle, pese a que nada de lo que hacia era malo mas que para él. No puedo, porque cada uno de mis logros siempre fueron para él. Cada puta buena calificación siempre era para que él siguiera hablando de mí con los demás, porque solo así yo sentía que me quería. Porque pensaba que si me esforzaba él algún día dejaría de compararme con los demás. Porque la primera vez que presenté el examen de ingreso a la Facultad cambié respuestas que estaba segura eran las correctas, para saber si él me apoyaría al no aprobar. Y no fue así. No obtuve el "no pasa nada, la próxima vez lo intentas" que yo esperaba, sino un "no te hubiera ni pagado las asesorías". Y gracias a eso entré a un trabajo que me hacía sentir mediocre, en el cual por más que lo intentara no destacaba porque no me interesaba hacerlo pero conocí gente tan maravillosa que hoy en día conservo en mi vida.
Apruebo el examen de ingreso a la "Facultad de Medicina" y obtengo un "no sé cómo te pones a presentar si sabes que no tengo dinero para pagarte la escuela" y es ahí cuando me pregunto "¿realmente quiero estudiar ésta carrera porque me gusta o porque mi papá siempre me ha dicho que lo haga? Primer semestre me pasa con desgana, hago un esfuerzo por no destacar, ésta vez no quiero que se enorgullezca de mí, sino todo lo contrario. Apruebo mis materias, pero con las calificaciones más bajas permitidas.
Segundo semestre: "no te voy a pagar nada y hazle como quieras"... ¡GRACIAS! Porque tuve la oportunidad de trabajar en un hospital en el cual me di cuenta que es la carrera que quiero por mí, que me hace sentir bien como persona, que logra que me valore y que destaque en algo que realmente me interesa.

¿Qué quiere que le perdone? Que ahora, por su culpa, tengo que ir con una estúpida psicóloga que no me ayuda en nada y no me hace sentir mejor porque lo poco que había adquirido de confianza, la poca fuerza que tomé al hacerme más independiente y el hecho de darme cuenta que estaba enfocando las cosas mal y que lo que hacia debía ser para que yo me sintiera orgullosa y no nadie externo, todo eso se fuera a la mierda y ahora ni siquiera pueda enfocarme al leer una simple novela ¿Eso quiere que le perdone?
Que a penas antier haya "vencido" mi miedo eterno al pasar a hablar frente a un grupo de personas, siendo que antes permanecía callada inclusive en una fiesta.

Que me disculpe mucho y que lo perdone su "Diosito Santo" y su mamá, porque yo no puedo y no quiero porque no se me da la gana.
Porque él es mi héroe.
Porque después de cada humillación siempre me pude levantar, porque hoy en día tengo un carácter "fuerte" que le aprendí y el cual puedo manipular para bien. Porque el coraje que me guardé tantos años hoy lo uso para salir adelante y hacer de ello un impulso. Porque me aferro a seguir, aún y no tenga en dinero suficiente para costearme una carrera que me llevará toda la vida estudiar. Aún y no tenga la recámara con sala, baño propio, clima, cable e internet que él me daba. Aún y no coma barbacoa los domingos y en Navidad no haya recibido un solo regalo. Mi papá es mi héroe y yo no tengo nada qué perdonarle , porque gracias a sus maltratos hoy puedo estar con quienes valen la pena. Y lo más importante de todo: hoy, sin él, puedo decir que tengo una familia.

sábado, 23 de mayo de 2015

Hágame suya.

Tengo una petición qué hacerle, suena un tanto egoísta pero mi cuerpo necesita que usted lo sepa.
La próxima vez que esté conmigo, en la siguiente ocasión que me vea... Hágame suya.

Desde el momento en que cruce la puerta, desvístame con la mirada. Tómeme de las manos y cruce sus dedos entre los míos. Roce mi mejilla suavente y sonríame. Béseme lento, suave y con tanta precisión que olvide el ritmo regular de mi respiración.
Lléveme a la cocina, prepare un café y cuénteme alguna historia que hable de amaneceres. 

¡No me suelte! Haga lo que haga no deje de abrazarme, de acariciarme el rostro y mucho menos de gritarme lo mucho que me quiere en cada uno de sus parpadeos.
Lléveme a la cama, no pregunte si quiero estar ahí, sólo hágalo. Yo quiero hacer con usted lo que la lluvia le hace a mi ventana. 

Desnúdeme lento, muy lento y no pronuncie palabra alguna. No quiero escuchar su voz porque me distrae, tan solo quiero sentir sus largas manos acariciando mi piel. No me hable, use su boca para besar cada uno de los 73 lunares que hay en mi cuerpo ¿no me cree?  Cuéntelos, al llegar a 50 finja haber perdido la cuenta y empiece otra vez.

Me urge un abrazo por la espalda, de esos que le cubren a uno hasta los miedos. Cierre los ojos y dibuje constelaciones en mis muslos, siga el trayecto de mis venas y localice ese punto en el que me mis latidos aumentan. No necesita saber Medicina para conocer mi cuerpo, ni ser poeta para que suspire, mucho menos escritor para regalarme la mejor de las historias. Hágame suya, que de hacerlo mío ya me encargué.

Dentro. Un poco más adentro y juro que le arranco la piel de la espalda.

Lento. Un poco más lento y pierdo el control de mis sentidos.

Húmedo. Un beso más y prometo llover.

Hágame suya, con delicadeza, mirándome a los ojos y con su respiración de fondo musical. No diga nada, no pregunte, ni siquiera deje que me entere que me está leyendo. Tan solo hágame suya, que de hacer que pierda el control yo me encargo.

sábado, 21 de marzo de 2015

No soy quién para darte un consejo, ni decirte "ánimo, todo va a estar bien", no te voy a decir "deja de llorar porque así no solucionas nada" y mucho menos un "haz algo". No soy nadie para opinar al respecto sobre tu vida, porque no te conozco lo suficiente y por el simple hecho de que no soy tú. No sé qué, ni cómo ni cuánto te hayas equivocado y para ser sinceros no me importa. No vine para juzgarte pero sí quiero que sepas lo poco que pienso al respecto, te sirva o no. Así que lee lo que tengo qué decirte...
Conozco un muchacho alto, de cabello chino, con pestañas infinitas que apuntan al cielo, con unas manos grandes y una voz grave. Tiene una mirada tan abismal que si la observas fijamente te pierdes entre el cielo y el infierno (eso a lo que le llaman limbo). Usa ropa negra y no plancha sus camisas, lee de vez en cuando y escribe por las noches, escucha blues, jazz y rock alternativo, cocina a capricho y toma fotografías por placer. Disfruta del cine como si fuese un niño y da su opinión como si supiera lo que dice. Camina sin preocupaciones, ni tan rápido ni tan lento... Simplemente camina.
Se distrae fácilmente pero cuando quiere y se fija una meta la logra.
No sé quién eres tú, ni cómo veas tu reflejo, pero yo veo a un Emiliano fuerte... De los hombres más interesantes con los que he mantenido una charla, de los muchachos más divertidos con los que he reído a carcajadas, el novio mas tierno que he tenido, el niño más inteligente y vivaracho que conozco, el crítico de cine más polifacético con el que me he topado, el cantante de blues más sensual que no es negro. Y ese Emiliano es humano. Es real. Es palpable, es un ente con vida. Y como ser humano tiene errores. Se equivoca mucho, se cae, la caga, se mama y mete la pata bien cabrón.
Y como ser humano deja cosas a medias, las olvida, las hace a un lado, las ignora, las sordea y sigue adelante. Tiene miedo, llora y lamenta lo que ha hecho mal, se preocupa por su futuro, por sus decisiones, por sus errores y se reclama cada tropiezo que cree en vano.
Emiliano se pone triste, se deprime, se lamenta, se menosprecia, se culpa, se castiga, se reprocha. Se molesta y se siente incapaz, se olvida que es humano y todo lo que antes logró.
Y a pesar de lo malo, de su mirada triste con la que me ha recibido las ultimas semanas, del brillo que no le llega a los ojos y que finge estar ahí. A pesar de que ahora no sepa qué hacer y esté muerto de miedo porque no se siente capaz... A pesar de todo yo sé que está. Muy en el fondo, pero ahí está.
Está el Emiliano curioso que pregunta qué, cómo y para qué sirve, funciona y es. Aquel que se cuestiona y no espera respuestas sino que las busca. Aquel que no se limita y escribe pese a su dislexia y cuando se equivoca hace un chiste malo que de todas maneras me hace reír. Aquel que se cae y en lugar de levantarse rápido se acuesta a ver las nubes y analiza la razón de su caída y el cómo no volver a caer. Y a cada tropiezo hace lo mismo.
No sé qué veas tú, pero al Emiliano que yo conozco no le gustan las alturas pero sabe lo que es volar, no iría al gimnasio pero es fuerte, no es el mejor jugando ajedrez pero sabe mover las piezas de su vida. Mi Emiliano se pone triste, llora y ve amaneceres como el Principito pero después se levanta y comienza a cortar el césped para hacer de su planeta un lugar mejor. Ve películas malas y no por eso deja de amar el cine, escucha musica y no se encierra en un género musical, lee y pasa del diccionario a los comics, toma café negro y con mucha azúcar y aún así bebe cerveza. Come todo el día pero no en cualquier lugar... Porque respeta sus gustos y creencias.
Mi Emiliano está asustado y se envuelve en su colcha del hombre araña, pero en las noches baja la escalera y revisa qué provoco el ruido que asustó a su hermana y a su mamá. Emiliano está confundido pero sé que muy en el fondo ya ha formulado un plan para salir de su bache emocional. Aún no se siente capaz, quizá no tenga fuerza pero estoy segura que lo hará. Y es que no necesito conocerlo desde hace años para darme cuenta de lo que quiere, me ha demostrado que puede y me ha enseñado muchas cosas más.
No sé qué veas tú, quién está en el espejo pero yo así te sé. Y creo que tu familia también y es por eso que ahora se molestan contigo al ver que te dejas vencer. Pero no saben lo que sientes ni como piensas ¡ni siquiera yo lo sé! Pero si te sirve quiero que sepas que estoy contigo, que quizá esto no sea mas que pura palabrería pero te estoy abrazando tan fuerte que temo alguno de los dos se vaya a romper. Que si quieres llorar no lo voy a evitar y solo estaré para limpiar tus mocos, que si te quieres meter mas al fondo del lodo con todo el asco de mi alma te haré compañía y si quieres salir te daré la mano y un "ya ni chingas, se me ensuciaron las botas".
A mi me tiene sin cuidado tu escolaridad, porque has demostrado ser inteligente, si sabes o no de lo que hablas porque muestras seguridad, si sabes o no a donde vas porque a fin de cuentas tú eres el que maneja y agradezco la oportunidad de ser tu acompañante
Lo hagas o no te sé capaz y también tu lo sabes, aunque ahorita no lo puedas ver. Yo sólo veo un hombre mirando la pared, con la espalda desnuda... Haciendo un plan para levantarse mejor. No sé a quién veas tú pero yo veo al hombre que amo.




viernes, 20 de marzo de 2015

Lamento no decir mucho, soy una pseudo escritora frustrada.


Disculpe las molestias, soy una cursi empedernida.
Me gustan los mensajes durante la madrugada, los "buenos días" tan pronto amanece, las charlas absurdas llenas de emoticones y "ja ja ja" (de esos que realmente se escriben con una sonrisa), las distracciones a media tarde con un "hola, ¿qué haces?" o un simple changuito de whats app.

Disculpe si la sonrisa no me llega a los ojos, es que a veces no le siento. Si no caminamos tomados de la mano (por más absurdo, tonto y cliché que suene) olvido que estás ahí conmigo. Porque no me basta con ver (lamento, también, ser ambiciosa) también le quiero saber y sentir presente.

Lamento la cabeza gacha, es que si miro al cielo me acuerdo de usted y yo no sé encontrarle forma a las nubes si no está. Y la luna no brilla tanto si no la miran.

Disculpe que no me despedida al final de una llamada, es que aún me da miedo decir "adiós" y siento una fobia terrible, aún más, si lo escribo.
Me da pena repetir lo mismo tantas veces, es que me gustaría que supiera lo mucho que le extraño, que le quiero y que agradezco el hecho de su presencia.

Lamento las molestias, soy una cursi cortavenas.

Me gustan los detalles chiquititos, las visitas sin invitación, las llamadas a base de risas, los mensajes inesperados, los abrazos por la espalda, los besos en la nuca y las charlas después  el sexo. 

El café caliente y las manos frías, los besos espontáneos y las comidas sin receta, las caminatas largas y los días grises, la música de fondo y la luz tenue,  los libros amarillos y el aroma a otra época.

Lamento no decir mucho, soy una pseudo escritora frustrada.

Me gusta tu camisa abotonada hasta el cuello y tu cabello revuelto, tus pestañas largas y lo purpúreo de tus ojeras, tu sonrisa chiquitita  y el gemir cuando estás por llegar.
Me gustan los poemas de amor, sobre todo si tienen un buen narrador. 

Escribir odas en tu espalda y usar tus lunares como puntos suspensivos.
Me gustan tus pies pálidos y larguiruchos junto al sonido que hacen al andar, tus pantalones rasgados  y llenos de lodo por pasar entre la hierba.

Lamento las letras, no sé expresarme de manera oral (teniendo la ropa puesta).
Me gustaría escribir cosas más elocuentes e interesantes pero en éste momento mi definición de esas palabras llevan su nombre y no encuentro manera más adecuada para confesarle lo mucho que me gusta. 

Me disculpo por todo lo antes escrito, quizá es demasiado absurdo para usted, quizá muy poco, quizá muy cliché. Sea como sea lamento las molestias, prometo ya no entrometerme en su camino y dejar que el camino se bifurque... Aunque nos vayamos por extremos diferentes. 

domingo, 1 de marzo de 2015

Disculpe tantas letras, soy una muchacha con complejos.

Cuando hace frío salgo sin suéter, por si encuentro algún abrazo cálido de alguien a quien hace tiempo no veía.
Si llueve, voy dando saltitos en los charcos con mis botas marrón y un manojo de sueños en cada pisada.

Uso falda cuando el cielo se nubla, porque no quiero que la piel de mis piernas cambie de tono. Porque me gusta observar las constelaciones que dejan los golpes que me doy sin darme cuenta.

Tomo café a cualquier hora, en cualquier estación del año y con cualquier desconocido que se siente frente a mí en la cafetería.
Me gusta el latte con canela y sin azúcar, pero disfruto más los cafés de las miradas perdidas que lleva la gente que camina a mi alrededor.

Tengo una teoría acerca de los colores del cielo nocturno, y según mi filosofía la lluvia es el conjunto de todas aquellas letras que se evaporaron al no ser plasmadas en papel.

El viento no es más que los deseos suprimidos de una caricia en piel ajena. Y la luna cuando está triste se pone de cabeza para que piensen que está sonriendo.

El tequila se toma con limón, las decisiones con los pies descalzos. Al toro se le toma por los cuernos y al amor se le enlaza entre los dedos.
Los besos se dan lento, sin prisa y se saborea cada movimiento. En el sexo lo importante es llegar hasta adentro.
Los ladrones roban libros, sonrisas y besos; los delincuentes roban sueños, metas y dinero.

Me siento desnuda con el cabello suelto y libre si camino descalza. Soy prisionera si uso sostén y una esclava si escribo por obligación. Soy una mentirosa si digo "yo también", falsa si escribo "yo más", estúpida si digo "me conformo con" y me acomplejo al no poderme expresar.

Me gustan los días grises pero me pongo triste cuando me gritan que tengo memoria, que el tiempo no pasa en vano y que por más que sonría la luz no siempre llega a los ojos.

Amo el sonido de la lluvia al caer sobre en césped, al resbalar por la ventana, al penetrar mi piel erizada. Pero me dan miedo los truenos y me escondo bajo la cama cuando no sé a donde correr.

Desayuno todos los días, la comida es lo más sagrado y si no lo hago acompañada no me interesa que haya alimento alguno frente a mí.

No agradezco nada, con más fuerza, que un beso en la frente, un abrazo rompe huesos y un apretón de manos. Porque más que palabras yo me baso en sensaciones y la piel es mi mejor herramienta.

 Escribo cuando estoy triste, enojada, confundida... muda.
Cocino cuando me siento alegre, plena, fresca... viva.

Me gustan los licuados con avena, las fresas con crema, las papas con catsup, la pizza con tocino, el espagueti con albóndigas, las quesadillas de queso, los tacos, las crepas con Nutella, los rollos de canela y lo dulce de sus labios.

Me gustan las letras sinceras, potentes e impresas en papel viejo. Las melodías de piano, a media noche. El blues en una tarde lluviosa, el jazz cuando hace frío, el rock a la hora de ir a correr y su voz antes de que me vaya a dormir.

Me gusta el color azul, pero visto de negro.
Me tiño el cabello de rojo, pero es marrón.
Me muerdo los labios, pero deberían ser los tuyos, o en su defecto: la espalda.
Escribo aquí, pero debería estar allá... Contigo.

No intentes descifrarme, porque ni siquiera yo misma he resuelto el misterio.
No me hagas preguntas, házme tuya y deje que las dudas se vayan.
No pronuncies palabra alguna, bésame y deja que se escuche tu respiración.

Disculae tantas letras, soy una muchacha con complejos, que aún no sabe a donde ir pero que tiene en claro que quiere seguir contigo.

martes, 13 de enero de 2015

Todo es mío. Todo lo toco, todo lo quiero poseer. Todo lo voy a lamer.

Te tengo. Y solo deseo llenarte de mí, invadirte sin reservas. Aquí. Ahora. Me perteneces. Mis ojos son llamas dispuestas a incinerarte y mi lengua húmeda es capaz de apagar cualquier hoguera. Estás inmóvil. En silencio. Por un instante te contemplo, pero mis labios se mueven impacientes atrapando tu aliento. Ríndete. Dame ese labio inferior que ya declaré mío, ese que será prisionero de la guerra entre tu boca y la mía. Déjame. Hoy voy a amarte tanto como se me antoje, a capricho, por orgullo y con el simple afán de condenarme a perder el edén. Sentirás mis manos recorrer el contorno de tu rostro y después me dirás lo bien que mis dedos se entienden con tu cabello. Voy a erizar cada vello de tu cuerpo con el roce frío de mis dedos, voy a dibujar tus clavículas con la punta de mi lengua roja, voy a recorrer cada una de tus vértebras con lo afilado de mis uñas. Así. Es tan fácil encontrarme con el camino hacia tu cuello, tus hombros, tu pecho. Tu mirada profunda junto a ese abanico de pestañas que se mueven nerviosas al compás de mi voz. Despójate de las ataduras, deja de arrastrar las cadenas, arránca tu máscara de moral absurda y deja que mis manos frías te enseñen el significado de la palabra "pecado".
Acariciándote puedo sentir como vibras por completo, no hay descanso en tu pecho, tu respiración se acelera y te lames los labios ¡detente! reclámale a mi boca que insaciable se empeña en recorrerlo todo, cada rincón que nadie ha tocado y todo aquel que conoces de memoria, todo por entero...todo es mío. Todo lo toco, todo lo quiero poseer. Todo, todo lo voy a lamer. Cada poro de tu piel, cada vello... Sí, ese que se encuentra erizado en éste preciso momento.
¿Que le voy a hacer?, estoy seducida por esa carta de Tarot llamada Deseo.
Entrelaza tus manos con las mías y déjame quererte, deja que me apodere tu sexo y haga mío tu orgasmo, deja que beba del néctar que emana tu ser, deja que muerda tu espalda y te haga explotar. Porque en éste, ¡mi juego!, jamás habrá un perdedor. Puedes enamorarte de mí si quieres o simplemente dejarlo pasar,  pero en este momento quédate... Porque tengo las puertas abiertas y eres bienvenido a entrar.