domingo, 8 de julio de 2012

 Cuando amanece se sienta cerca de la ventana en el suelo, y trata de olvidar; pero es muy difícil. 
Abigail convierte el aire en mariposas, vuela con sus alas hasta los confines del alba y sólo regresa en las tardes junto a las tormentas. Y después intenta dormir, pero ella y la almohada no son buenas amigas, tampoco el cuarto o la cama. Abigail aún sueña con esa noche de espanto y tiene pesadillas y aprieta fuerte los ojos cuando las imágenes de los hombres que se le vienen encima; pero no siempre logra despertar. Ese hombre seguirá rondando en su cabeza a pesar de los años, a pesar del tiempo.
 Y seguirá sintiéndose sucia, acorralada, débil. Seguirá teniendo miedo, a pesar de que él haya muerto.