lunes, 9 de julio de 2012
Te esperé, siendo yo la que se había ido.
Te deshilabas en silencios, que no sabías lo que querías, que no te esperara porque quizás no estaría yo al final de tus silencios o no estarías tú al final de mi espera. Pero te esperaba. Te esperé aún cuando eras puro silencio y yo seguía sin estar ahí, sin tener lugar ni verbo ni nada. Te esperé aún cuando tú ya no eras tú, un recuerdo atado a un recuerdo, a una fantasía, a una idea de todo lo que podría haber sido.
Te esperé, aún siendo impaciente. Aún y cuando ya me había terminado las uñas de las manos.
Te esperé, siendo yo la que se había ido.