sábado, 28 de julio de 2012

Te quiero; sin adjetivos.


Te quiero, así, en dos palabras y sin adjetivos. Creo que nunca nos ha hecho mucha falta los adjetivos, o los gerundios, en realidad nos basta con unos cuantos verbos y algún que otro pronombre. ¿No es cierto? ¿Recuerdas cuando te encontré?, mis letras chocaron contra tus manos de repente y tú me lanzaste sustantivos a los pies, y me tumbaste, y me di bien duro en la rodilla, oíste, estuve días cojeando. Y después me ataste a la nube de tus ideas hasta que por fin fui libre. Cualquiera diría que fue absurdo, pero aquella mañana fue la más sintáctica de mi vida. 


Después sobrevivimos a mareas de faltas de ortografías y a decenas de puntos mal puestos, pero los verbos nos siguieron salvando, sin dudas, fueron los verbos, los verbos y tú, claro está. Por eso te preparé la cena sin muchos aderezos, los justos para cosernos los estómagos y continuar sin pausas. Es todo lo que necesito a estas horas, a todas, porque ya aprendí a quererte sin adjetivos, y no creo que pueda dejar de hacerlo.