"Partió un día por camino incierto. Se fue sin decir adiós… simplemente abrió las alas y se fue. Desde entonces me siento cada tarde al borde del abismo, en la esquina donde reposábamos las lluvias. Estoy tan sola que apenas puedo ver los atardeceres, y me estorban las nubes, y los vientos.
Cuando la noche llega no hago más, solo grito, bien fuerte, al vacío, a la nada que coseché durante todos los tiempos… grito bien fuerte, más no me escucho. Mi voz se pierde en los colores de las aves, en las plumas, en las alas, en las barcas con púas, y en la ensordecedora paz de las mariposas.
No soy sino una pizca salada en la cumbre de los sueños. Una molestia en alguna pupila. Una mentira bien dicha, y luego bien rota. Una promesa bien falsa, de esas que parten mientras tú regresas: sordo, mudo, ciego… pero con mi poema en la mano."