Sobrevivimos a este lado de la vereda. Avanzamos ligeros, despojados, con los bolsillos vacíos. No tenemos nada salvo a nosotros mismos. Y eso nos hace felices. No lloramos de tristeza, amor, sólo lloramos. Sonreímos sin culpa, sin peso, sin temor. Nos hemos protegido así. Somos transeúntes queriéndonos sin prisa, invadidos de locura, clarividentes del cielo. Nuestro espíritu habita en las esquinas, reconoce las historias prendidas en la piel. Confiamos, invisibilizando anhelos. Entonces volvemos a brillar.
sábado, 28 de enero de 2012
Sobrevivimos a este lado de la vereda. Avanzamos ligeros, despojados, con los bolsillos vacíos. No tenemos nada salvo a nosotros mismos. Y eso nos hace felices. No lloramos de tristeza, amor, sólo lloramos. Sonreímos sin culpa, sin peso, sin temor. Nos hemos protegido así. Somos transeúntes queriéndonos sin prisa, invadidos de locura, clarividentes del cielo. Nuestro espíritu habita en las esquinas, reconoce las historias prendidas en la piel. Confiamos, invisibilizando anhelos. Entonces volvemos a brillar.