Se deshojó el año, dejando solo el último pétalo, aunque destinado a morir mañana, pero a mantener una llamita cuando con el recuerdo de nuestra memoria acudamos presurosos a él.
En muy poco se encenderá una vela, con 2 milenios atrás de ella empujando la forma de la cera e influyendo en el tamaño de su pabilo, pero nacerá.