Hasta que de pronto me di cuenta que moría por besar tu boca.
Eso era todo. Una necesidad urgente y apremiante..
Entonces, cerré los ojos y pude verte. Elegí en mi memoria uno de tus besos. Ese que quema cuando se me acerca. El que llega despacio, se detiene antes de tocarme y luego se lanza en picada y me abre los labios. Ese del que bebe mi boca, ante el cual se rinde mi cuerpo entero, ese que me posee y me atraviesa como un puñal en medio de todos mis deseos.
Y te besé con furia, hasta que doliera. Hasta que mis labios rojos, exhaustos, palpitantes, se murieran, hasta que quedaran gimiendo lastimeros, heridos y más felices que nunca, suplicando por más antes que tú, asesino, te arrepintieras.