Ebria de tu piel, despierto en medio de la noche.
Has dejado la ventana abierta de par en par.
Mi piel erizada de frío atrapa la tuya, dulcemente caliente.
Huelo tu cuello y un escalofrío me recorre el cuerpo.
No conocía esta hambre, que de pronto se apodera de mí.
Sigo reptando por tu cuerpo, cuidando de no despertarte.
Estás tan vulnerable así, entregado a tu sueño,
que todos los pensamientos malignos se agolpan en mi pecho.
Quiero devorarte por entero.
Busco con mi olfato el secreto de todos tus rincones
y cada uno se entrega a mí sin remordimiento.
Llego a creer que de verdad estás despierto.
No sientes cómo me deslizo en tu entrepierna,
apenas te quejas cuando te recorro con mi boca,
me abrigo bajo tus brazos,
muerdo con mis labios tus muslos exquisitos.
Justo cuando mis rostro se pega al tuyo,
me atrapas en un abrazo.
Me susurras al oído,
"todo lo que has tocado es tuyo".
Y te duermes como si nada,
dejando mi corazón bombeando, enloquecido.