Tu dolor desgarró la cínica tranquilidad en la que caminábamos hasta ese día.
Tuve tanto miedo de que todo este edificio enorme que habíamos levantado fuera una gran mentira.
Tuve tanto miedo y sentí como el pasado susurraba en mi oído, deleitado.
Tuve tanto miedo de que todo este edificio enorme que habíamos levantado fuera una gran mentira.
Tuve tanto miedo y sentí como el pasado susurraba en mi oído, deleitado.
De pronto me sentí empujada muy lejos, mientras tú desatabas tus heridas.
Quedé sola, hundida en un vacío enorme, que me pareció ya conocía.
Quedé sola, hundida en un vacío enorme, que me pareció ya conocía.
No quise abrazarte, atontada de dolor, de soledad anticipada.
Callaste.
Yo seguí andando.
Ambos rumiando el dolor que nos habíamos provocado.
Me tomaste.
Me tomaste.
Nos abrazamos en silencio.
Buscamos nuestras miradas e hicimos el amor, desesperados.
Buscamos nuestras miradas e hicimos el amor, desesperados.
Amor, en tus ojos desolados reconozco algo mío.
Sin todo el dolor vivido no sería quien soy ahora.
No valoraría mis alegrías.
Y así como hoy nos dolimos, si espero aquí a tu lado, veré como amanece radiante el nuevo día.
Aquí estaré, con luz u obscuridad, con mi mano pegada a la tuya, desbarrancándonos juntos o buscando la salida,
mirando el amanecer o en noches doloridas.
No me voy a ningún lado.
Porque el dolor es tan necesario como la vida misma.
Aquí estoy, en tus recuerdos.
Cuidándote desde cualquier lugar.
Aunque no me veas ¡Siénteme!
Recuerda que juramos juntos siempre estar, y créeme... lo cumpliré.
Cuidándote desde cualquier lugar.
Aunque no me veas ¡Siénteme!
Recuerda que juramos juntos siempre estar, y créeme... lo cumpliré.