lunes, 31 de diciembre de 2012

Te me estás yendo de las manos, 2012.

Llegaste con muchas promesas, sueños, metas, en medio de ilusiones, risas y trompetas.
Y hoy te vas, para ya no regresar jamás.

Te vas, y me dejas un corazón herido, el alma rota y los sueños vacíos.
Te vas, y me dejas en el suelo, hecha pedazos, arrastrándome a ciegas.
Te vas y ni siquiera me dices adiós.
Pero a pesar de eso, a pesar de todo lo malo no te olvidaré, porque con cada tropiezo me trajiste una piedra nueva, con cada caída encontré una nueva forma de levantarme, con cada altibajo aprendía a volar.

Te me estás yendo de las manos y aún me falta mucho por aprender de ti, aún tengo dudas, temores y muchas decepciones guardadas.
Te vas, y aún no me he podido ir de ti.
Pero sabes, espero y el 2013 me traiga cosas mejores, y para ser sinceros, también peores porque gracias a todos esos malos ratos es como me he podido mantener en pie, gracias a todas esas pérdidas es como me hice más fuerte, y gracias a todos mis errores es como aprendo a ser mejor.

Gracias por todo, 2012. Gracias por tantas cosas bellas y horrendas que me hiciste pasar, gracias por los obstáculos y los vientos fríos, gracias por las letras y las melodías nocturnas, gracias por la lluvia y por el arco iris que sale después.
No prometo extrañarte, ni llorar porque ya te no estarás; prometo recordarte y darte gracias por cada lección.
Adiós, y no te enojes si el próximo año me divierto más.

Rota.

Tan rota como la muñeca de trapo, que yace olvidada bajo la cama, de la niña que se convirtió en mujer.
Tan rota como la copa que está en el suelo, la que el borracho dejó caer, la que su líquido derramó.
Tan rota como la ventana con vista al cielo nublado, la que el viento hizo añicos en un ataque de furia.
Tan rota como la rama más alta, la más frágil, la más seca; la que la ardilla pisoteo dejándola caer.
Tan rota como el espejo sin reflejo, sin sonrisa a la cual imitar; espejo al que el puño hizo destrozar.
Tan rota como la promesa vacía y sin deseo de cumplirse, la que la boca pronunció sin pensar.
Tan rota como el ala del ave caída, que en pleno vuelo su distracción la llevó a un desenlace fatal.
Tan rota como la taza en la cocina, aquella que dejó al café huir de su interior.

Rota, por ti, por mí, por nosotros.
Rota, pero no deshecha.

Afortunadamente, aún tengo reparación.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Te perdono.

"Te perdono por todo:

Por haberme engañado, por haberme mentido, por odiarme a ratitos y pensar en otros a veces.

Te perdono por todo lo que yo considero hiciste mal.

Te perdono por abandonarte de tal manera a mi suerte, por permitir mis palabras hirientes; por entregar tanto por tan poco, también por querer ser mi todo.

Pero más te perdono por perdonarme. Pues perdón como el tuyo, no lo merece nadie."

— El Necromante.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad.

Una fiesta navideña, 
sin regalos, 
sin ropa nueva,
sin cena preparada desde las 7:00am
sin adornos en la casa, 

sin peinados, maquillajes y estilos arreglados, 
sin música, 
sin dinero.

Una fiesta navideña, 
llena de risas, 
amor, 
felicidad, 
buenos deseos, 
sueños, 
ilusiones, 
esperanzas.

Para hoy, por favor. 



domingo, 9 de diciembre de 2012

Me faltas tú.

Me falta color en las uñas, debe ser porque ya no caminamos tomados de las manos.Me falta color en las mejillas, debe ser porque ya no me susurras perversiones al oído.Me falta color en los ojos, debe ser porque ya no se iluminan al verte llegar.
Me falta color en los labios, debe ser porque ya no los besas.
Me falta color en el cabello, debe ser porque ya no lo desenredas.
Me falta color en el cuerpo, debe ser porque ya no me abrazas.
Me falta color en las piernas, debe ser porque ya no las acaricias.
Me falta color en las letras, debe ser porque ya no estás.


Y no sé qué me consume más, si mis enfermedades o tu ausencia.
Y no sé qué me hace más daño, si fumar o pensarte.
Y no sé qué me lastima más, si la navaja o los recuerdos.

Me faltas tú, me falto yo.


sábado, 8 de diciembre de 2012

Susúrrame lo que quieras, pero no me susurres tu adiós.


Susúrrame al oído, hazlo muy suave para que el viento no te escuche y el mar no te vea. 
Cuéntame, en medio de éste cuarto obscuro, las razones de que la soledad me embriague noche tras noche,  la razón de que mis ojos lloren al verte, y entre caricias se enmudezcan mis labios.

Ven, susúrrame al oído todos los errores cometidos, las faltas, los fracasos.
Cuéntame cómo pasaré mis noches en soledad, en recuerdos y llanto.
Entre nudos rotos y gargantas irritadas, entre golpes de pechos y mañanas apagadas.

Susúrrame suavemente...
Despacio, no tengo prisa por que te apartes de ahí.
Únete a mi oído y llénalo de tu voz, así como hiciste con mi corazón.  

Ven, susúrrame que te quedarás a mi lado.
Dime que éstas lágrimas se marchitarán.
Dime que esto es una pesadilla y pronto voy a despertar.
Dime que aún eres mío, que me perteneces y sigues aquí.

Susúrrame al oído, quedito.
Como quien no quiere despertar a alguien que yace en un sueño placentero.
Como quien llega a mitad de la noche, tan sólo a decir "buenas noches, te amo".
Como quien no tiene ganas de irse y está seguro de quedarse a dormir. 

Susúrrame suavemente...
Despacio, no tengo prisa por que te apartes de ahí.
Dime lo que sientes, pero no me digas que ya no me amas.

Ven y susúrrame palabras necias, tontas e incoherentes, 
palabras dulces, tiernas e indelebles.
Susúrrame lo que quieras,
pero no me susurres tu adiós. 

sábado, 1 de diciembre de 2012


Al terminar de leer “Sal con una chica que lee”, sonrió.- Abigaíl leía, escribía y tomaba café. Abigaíl era frágil, torpe y muy dulce a la vez. Abigaíl era una mujer melancólica, sentimental y susceptible a cualquier comentario con respecto a su persona. De apariencia “ruda” y un tanto agresiva, desinteresada, fuerte e inmune a los demás. Abigaíl aparentaba ser una mujer segura y por dentro se escondía tras la puerta, cual niña pequeña.- Al terminar de leer sonrío y se sintió herida, porque a pesar de ser tan maravillosa como ese texto decía, como muchas personas afirmaban como él llego a afirmar, a pesar todo eso, ella no lo sentía. Abigaíl es inestable y empieza a preocuparse por su físico, más que para agradarle a los demás es para agradarse a sí misma; quiere sentirse orgullosa del reflejo que le muestra el espejo. Abigaíl es insegura, duda en cada decisión que toma, en cada paso que da y en cada respuesta que afirma. Abigaíl sabe lo que es amar y por ende, sabe lo que es doler. Al terminar de leer “Sal con una chica que lee”, se sintió herida, estúpida, insignificante; porque nada de eso era suficiente para el hombre que ella amaba y el que le había jurado amor incondicional. Ella no era lo suficientemente linda, tierna e interesante, lo sabía porque de no ser así, él no hubiera necesitado “amigas” porque la tenía a ella, y ella leía y escribía también y aún así no era suficiente.

No soy tu amiga.

No lo soy.
Porque tú, a tus amigas, las abrazas.
Porque tú, a tus amigas, las besas.
Porque tú, a tus amigas, les dices lo lindas y sensuales que se ven.
Porque tú, con tus amigas, te metes a bañar.
Porque tú, a tus amigas, les aceptas todo lo que te quieran dar.
Porque tú, con tus amigas, juegas obscenamente.
Porque tú, a tus amigas, les hablas vulgarmente.
Porque tú, a tus amigas, les haces proposiciones indecorosas.
Porque tú, a tus amigas, les subes el autoestima.
Porque tú, a tus amigas, las consuelas cuando alguien las lastima.
Porque tú, a tus amigas, les saca millones de sonrisas.

Porque tú, a tus amigas, les cuentas cómo te fue en el día.
Porque tú, con tus amigas, aplicas el "a la mujer lo que pida".


Y yo no puedo ser tu amiga; porque a mí, todas esas cosas, me las daba mi novio.
Y no me conformo con ser plato de segunda mesa, ni servilleta a la hora de comer.
Porque si alguien quiere estar conmigo es porque está de acuerdo en que me va a pertenecer.

Soy envidiosa, querido. No me gusta compartir mi carne con las zorras hambrientas que vaguen por ahí.

viernes, 30 de noviembre de 2012



Abigaíl: 17 años, 1.62 mts, 84 kilos (y bajando), cabello color castaño rojizo (teñido de negro) y con canas (a base de sus corajes excesivos), tez blanca (un poco tostada a causa del sol que tanto aborrecía), ojos café claro. Toma café cuando se siente sola, piensa que es la manera más deliciosa de calentarse el alma cuando no hay quién le abrace. Compra libros cuando está triste, porque le gusta huir de su mundo y vivir en el de alguno de los personajes que se describen en sus novelas. Escucha  poemas de Neruda antes de dormir e imagina que alguien se los recita quedito al oído para que se duerma. Fuma de vez en cuando (un cigarro por semana), fuma para sacar todos los suspiros que se le quedaron atorados en el pecho y no pudo sacar. Escribe, como ejercicio para el alma, cada día, cada noche sin falta y cuando entra a internet y teclea “http://palabrasautistas.blogspot.mx” vacía la mente, el corazón, los ojos y un poquito de la bilis que se le escurre de vez en cuando. Llora, porque se le escurren los recuerdos, los rencores, las tristezas y una que otra sonrisa. Sonríe, por orgullo, porque no le gusta la debilidad y mucho menos en ella; porque sabe que es débil pero no quiere que los demás lo noten. Se equivoca, se tropieza, se cae, se arrastra, se hunde… Abigaíl es real y no otro de mis personajes.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Sal con una chica que lee.

“Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.”

Sal con una chica que lee - Rosemary Urquico 

lunes, 29 de octubre de 2012


“Quiero hablar sobre el frío:
el frío es bueno para tomar café,
para acostarse,
para hacer el amor,
para que nos digan “tienes las manos frías”,
para fumar y para no salir del cuarto.”


-Jaime Sabines.

domingo, 28 de octubre de 2012

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»… Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

-Jaime sabines 

martes, 9 de octubre de 2012

Una noche con el tiempo.

Está obscuro.
Podría decir que soy una vagabunda, una sin techo, pero no. Estoy bajo el techo del mundo, tumbada en un pantano lleno de vida, rodeada por paredes de brisa. Hace frío, quiero ver la hora.
Me quedo mirando la esfera de mi reloj y grabo en mi mente la posición de las manecillas.

Cierro los ojos.
Trato de pensar en otras cosas: mi propia respiración, medicina cuántica, abejas entre las flores, cualquier cosa.
Abro los ojos.

Las manecillas no se han movido, es como si trataran de avanzar a través de pegamento.
El reloj permanece inmóvil, pero el tiempo no. Incluso, tumbada en este lugar, puedo sentir que el tiempo opera sobre mí como una enfermedad que me consume, como la cal viva que echan sobre los cadáveres.
El tiempo me está royendo, está corroyendo, una a una, las células que me componen.
En este mismo momento, no estoy empleando el tiempo.
¿Siempre ha sido así?

Déjame recordar...

Cuando estaba contigo, la vida iba en un ritmo lento. Y con esto no escapaba del tiempo, sino que sentía aún más su ronroneo encima de mí.
Estar contigo en una palabra, no era emplear el tiempo. Pero… ¿Para qué hablo de emplear el tiempo? ¿Acaso importa ya? No. Ya el tiempo no importa: ya el tiempo está viejo.
Todo envejece. Y sí, el tiempo también… Sus arrugas, son como fisuras profundas, tan profundas como el mar que llevan a las fosas del pasado, pasado que da vértigo.... Pasado de ti.


Tratar de volver en el pasado, sería como tratar de quitarle las arrugas al tiempo. Y no, porque si lo piensas bien, el tiempo no tiene arrugas; son canas. Las canas de sabio, de la arena, del mar, de un árbol. Canas marchitas, llena de historias, dolientes.

El tiempo está cansado.

Cansado de que le toquen la llaga, de que hurguen en él y no lo dejen avanzar. ¿Avanzar? Al tiempo se le olvidó qué es eso. Siempre lo toman por los pies, lo arrastran y lo rasguñan con largos filos de negación. Le duele, y sin saberlo, a nosotros también: porque en cada rasguño, en cada grieta, y en cada herida supurante que le causamos, se encuentran ocultas luciérnagas, luciérnagas que con su luz irreal y verdosa se dedican a cegarnos, haciéndonos actuar como un pez tonto (que se golpea una y otra vez, contra el cristal de su pecera, con lo pasado). No se aferren a él, tampoco lo delaten. Píntenlo de negro; ayúdenlo a ser invisible para el amor, para que éste nunca lo vea pasar y se opaque.

No intenten capturarlo ni hacer de él un tiempo detenido: ustedes se detendrán, él no. ¿Y saben algo? Él sólo quiere correr descalzo, desnudo, libre. Él sólo quiere mezclarse con el café y la luna, y volar: siendo no un ave, sino las plumas de las alas del cielo.

Una noche con el tiempo, hablando de ti, de mi, de eso que alguna vez llamamos "nosotros". 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Sólo soy letras.

Viviendo sin ti, estoy vacía, hueca, perdida.

Vivir sin ti, es sentir constantemente como sangran y supuran mis heridas. Pero no.
Luego me observo en el espejo y me doy cuenta: lo que brota de mis poros, no es sangre.
Tampoco son fluidos corporales. Y es que… no tengo heridas, no tengo poros. Ni siquiera tengo piel. Yo no existo… Yo dejé de existir cuando me perdí en el abismo. Sí, porque tus ojos son un abismo: oscuros, sin final, inaccesibles.

Cuando te miraba, mi miocardio se descontrolaba y mis pupilas se contraían…
Y es que mi organismo lo sabía: estaba cayendo en un espiral de ramificaciones infinitas.
Me estaba perdiendo en tu mirada, me estaba quedando sin vida.
Antes de morir, al darme cuenta de lo que sucedía: intenté salvarme.
Introduje los dedos en mi cavidad bucal, traté de vomitar. Y sí. Vomité.
Vomité torrentes de humo negro, expulsé de mi cuerpo la esencia a ti, o por lo menos eso creí...
Pero nada. Todo seguía igual: mi respiración jadeaba, mis mandíbulas se dislocaban.
Era yo que sin aliento me quedaba.Fue entonces cuando me percaté de que todo fue inútil.
No podía desprenderme de ti: cada una de mis células, cada una de mis vertebras, tenían una marca de tu ser, no de mí.

Mi cuerpo dejó de ser mío. Yo dejé de ser yo.

Empecé a convertirme en una secreción de tu persona. Y no puedo negarlo: cuando estaba muriendo en ti, sentía un poco de placer. Me gustaba como se sentía. Sentía que moría…
Pero había un extraño encanto en eso: no sentir a la vida tan mía.
Era una sensación poco común, agradable, efímera. Yo antes de toparme contigo, tenía mi existencia muy controlada, muy tranquila… Agonizar en tu piel, fue como una salida. Una salida a la rutina.

Una de las cosas que me extasiaba, era cuando bailábamos.
Envenenarme de música, intoxicarme de tiempo. Sentir en mi cuerpo, a las serpientes hambrientas: a tus dedos. Yo bailaba hasta no ser, hasta quedar desaparecida…
Hasta que mi alma se metamorfoseara, hasta sentir a mi piel podrida.

Bailar y besarte. Besarte: eso era lo que más me gustaba.
Cuando nuestros labios se acercaban, por inercia se besaban. Tu lengua arenosa me absorbía…
En cada bocado parecías aspirar para tí, el alma de mi ser.

Y eso, era lo que me mataba. Porque en cada beso y en cada bocado, estaba el sabor a engaño. El mismo sabor que luego me volvió insípida. El mismo sabor que me hizo añicos, que me resquebrajó.

Ahora de mi, ya no queda nada...

Ya no soy cuerpo, ni espíritu. Mucho menos soy alma.
Ya no soy carne, ya no soy una representación de la materia…

No… Ahora sólo soy letras.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cansada.

     Otra noche sin dormir. Más allá del dolor físico habitual que atormenta mis sienes, creo que es una angustia mental lo que me impide concebir el sueño.
Más que angustia, es incorformidad, de mi, de mi existencia… 

     La noche está tan cerca de mí, que puedo sentir como el aire esgrime. Y ojalá se acercara para abrazarme, pero no: la noche a mi no me abraza, me quema con su frío; y junto con la luna, me maltrata. Es castigo. 

Hoy no amanecí, hoy desperté. 

    Desperté angustiada de corazón y de mente, angustiada hasta la médula, y a decir verdad, harta de mi misma. No quiero estar bajo esta piel. No quiero estar dentro de esta nube. La oferta de la vida me parece demasiado vulgar. Aspiro a salir de mi yo. 
    Ciertamente me gustaría desaparecer, de hecho, diría que hoy más que nunca, pero probablemente lo vuelva a repetir; a fin de cuentas siempre acabo diciendo lo mismo, ¿no? He gastado tanto el diccionario que no me siento en condición de continuar reflejando lo que voy sintiendo en las líneas. Sin embargo, lo sigo haciendo. Y es que estas líneas son mi único escape, son las únicas que me abrigan y que me liberan; líneas, letras, tinta, únicas que pueden ampararme.
 Únicas que pueden retener esto, que pueden protegerme de mi. 


Desearía evaporarme, quedarme en un lugar tan oscuro como el espacio y allí sentarme, abrazar mis piernas con mis brazos, cerrar los ojos y recostar mi cabeza en mis rodillas; derramar mi alma, derramar mis lágrimas, hasta que ya no salgan, hasta que todo ese líquido se haya acabado y tenga que comenzar a llorar sangre; y en una de esas, tener la suerte de que la sangre se acabe. 

¿Acaso me he rendido? ¿Quiero morir? ¿A eso se reduce? No. La pregunta es falsa.
No me quiero cortar las venas, no quiero tragarme 24 diazepam, no quiero tirarme por un balcón.
 No.  No quiero la muerte porque no quiero nada. Sin embargo, si existiera una manera de acabar conmigo misma mediante alguna acción puramente mental, lo haría de inmediato, sin perder más tiempo. 

 Me cansé de que pregunten: no voy a dar respuestas; no porque no las tenga, sino porque no estoy de humor para respuestas.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Lo juro.

Te juro, sin engaños, que he pensado en ti. Y en tus ojos.
Te juro que he pensado en tu voz, en cómo cambian mis noches cuando te veo parpadear, sonreír.
He pensado en esa manera tuya, muy tuya, de observarme sin querer hacerlo, de estar junto a mí y estar como invisible, de hablarme sólo para recordarme que aún le das vuelta a mi corazón.
Te juro que he pensado en tu piel, ese manto de seda que me gustaría usar para arroparme; he pensado en tus labios, y en ese hablar en bajo tono que tienes, como destilando complicidad.
Te juro que he pensado en cómo era antes de ti, en cómo me perdía en mi cuarto, me miraba al espejo y sentía que estaba sola.
Te juro que a veces me sigo sintiendo sola, pero ahora, sé que no lo estoy completamente, porque al verme, te veo.
Y recuerdo tus letras, esas que me llenaron los vacíos que no sabía que tenía.
Te juro que te veo, aquí, en mis ojos, en mí. Y te imagino, callado, hablando. De cualquier forma, sigues sin estar.

Sólo eres la navaja que siega mis impulsos. ¿Eso es bueno? ¿Eso es amor?

Tengo memoria.

"Tengo memoria de cada una de las fisuras de tu cara..., también de tus surcos y palabras.
Tengo memoria de tu mirada.  
Tengo memoria de la arritmia en mi pecho, memoria de cada beso: del primero, del segundo, del tercero. Y también del cuarto.  Tengo memoria de tu abrazo, del asfalto.
Tengo memoria de todo el tiempo que estuve ahí… Tengo memoria de ese día. 

Acariciaste mi rostro con tus manos de pianista…, y no dolió; luego pintaste con tus labios un amanecer en mi cuello: tu lengua fue el mejor pincel, y la saliva la mejor pintura.
Todo como debió ser.
Y sí, ese abrazo tuyo se sintió bien. O quizás más que bien, no lo sé; pero mis ojos, poco a poco, se fueron convirtiendo en dos gotitas de líquido salado. Llanto inesperado. 
Recuerdo el recorrer de tus dedos por mi hombro, cuando apartaste mis cabellos y dejaste mi clavícula desnuda; y la mordiste, así, como queriendo arrancar un pedacito de mi para llevarlo en tu boca. ¿Recordarás todavía el sabor? Siempre me pregunto.
Sonreírnos el uno al otro, cara a cara, con los ojos cerrados, eso fue lo mejor.
El instante se me hizo eterno..., luego nos miramos y era como si cargáramos los ojos desnudos, eran cuatro esferas negruzcas y laberínticas que se estaban mezclando.
Las extremidades comenzaron sobrar.
El mundo no se detenía y yo seguía perpleja por el efecto de iluminación intensa sobre tu rostro. 
Tengo memoria de todo. Y es que estuve escrutando tu piel casi al milímetro.
Fueron milímetros perfectos que mi ojo imperfecto vio. Y aunque han pasado ya varios meses, recuerdo ese día con mucha nitidez…, como si todo hubiera sucedido ayer.
Desde ese día duelen estas manos de mármol que no te dibujan en mi boca. Duelen.
Algunas veces me dan ganas de cortarlas…, para no escribirte, para no recordarte.
Pero nada que hacer, sigo en el mismo lugar. Recordando. Escribiéndonos."
Sé que ya no estás, sé que no quiero que estés; pero si algún día regresas solo espero que yo te siga amando tal y como ahora.

jueves, 27 de septiembre de 2012

1er mes.

Hoy es 28, y no queda nada por celebrar.

Quisiera decirle que lo extraño, que lo extraño aún más de lo que me extraña él a mi.
Quisiera decirle que le he mentido; que le miento hasta con el pensamiento, pero que nunca podría mentirle con el alma.Quisiera decirle que lo pienso al despertar, al andar, al respirar, al anochecer, al dormir, al soñar.Quisiera decirle que deseo estar con él, reírme hasta llorar y no llorar porque no puedo reír.
Quisiera decirle que no me importa nada lo que haya pasado, que lo perdono y quiero regresar.
Quisiera decirle que me envuelva entre sus brazos y me deje ahí hasta quedarme dormida.
Quisiera decirle que deseo que me haga suya, que me bese el alma y me acaricie la médula espinal.
Quisiera decirle que aún me quedan palabras por escribirle en la espalda.
Quisiera decirle que me hace falta, a un ladito, en la cama.
Quisiera decirle que nadie me gusta como él, que nadie me abraza como él, que nadie me besa como él, que nadie me hace reír como él.
Quisiera decirle que lo amo, y que estoy cansada de todo esto; que todo se puede ir a la mierda y nosotros podemos volver.
Quisiera decirle que cometí un error al alejarle de mí.
Quisiera, pero ya no queda por celebrar.


Hoy es mi primer mes sin él, si un nosotros; el primer mes del adiós.
Hoy la herida duele más que otros días, es porque la fecha la abrió.




De ti.

-Alejandro, tengo ganas de ti.
-¿Qué has dicho? 
- No me tomes el pelo.
- No, te juro que no te he entendido...

[...] Lo miro a los ojos y me pierdo embelesada por su mirada, por esos ojos que contienen amor o quizá no, pero no me lo pregunto, ahora no... Y me habla y no lo entiendo, y suspira en mi oído, y el viento, y el placer que roba, que se lleva sus palabras, y sonríe, y sigue moviéndose, y me gusta, y no entiendo y le beso las manos y estoy hambrienta y se lo repito...

- Alejandro, tengo ganas de ti.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Impaciencia.

Las palabras que jamás te he dicho siguen guardadas aquí, y tú, que estas y no estás...
Cómo siempre no es el momento.

Las miradas que jamás he cruzado siguen haciendo brillar mis ojos.
Y tú, que vienes y te vas, para no variar se nos pasa el tiempo.

Los abrazos que jamás te he dado siguen adheridos a mis huesos-
Y tú, que apareces y te evaporas. Así quedo yo, rumiando en el silencio.

Tantas cosas en espera, contenidas, caricias ardientes que se me escapan...
A intervalos impacientes ¡Y tú, que tardas tanto!

No me queda más que esperarte... o hacerme a la idea de que ya te has marchado.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Soledad.


Hago todo lo que puedo, pero escucho voces que tienen prisa por hacer eco en mi alma, urgencia por decirme que es el momento de ponerse en movimiento y dejar de estar viviendo de suposiciones, de recuerdos... escucho voces que me hablan como en sueños, con pausas y arrastrando las palabras, esas voces aconsejan hacer nada, lo que ha de pasar ya pasará y que aquí puedo seguir eternamente, minuto tras minuto, pues por mas que me entregue jamás es suficiente, con las expectativas llenando mis manos puedo continuar esta sarta de apariencias y esperar fervientemente con el rostro pegado a la ventana.

Y de pronto, sacudo la cabeza y me pregunto por qué si estoy rodeada de tantas voces rumiando todo esto, me encuentro en medio del silencio, en el silencio y en esta absurda, patética y elegida soledad.

Podremos.

"Guardemos esto, quitémosle las etiquetas, metámoslo en un cajón, almacénalo al fondo del corazón, tomemos esto, atémosle por todos lados, y déjame arrullarlo entre mis brazos, y cuando se duerma, saldremos de puntillas, y tu no gires la cabeza atrás, y yo no volveré sobre mis pasos... y tal vez después, cuando no exista esta distancia, en una realidad donde no nos hiera la ausencia, pudiera ser que podamos hacer esto crecer, y descubrir que en verdad no nos conocemos y que todo esto comience de nuevo.

Deshagamos esto, triste intento accidentado en el fondo del dolor de quien no sabe vivir sin verse ni tocarse, ilusiones absurdas de almas que solo pueden presentirse, esto que es un cuchillo atravesado en el pecho de quien solo vive de sueños y que concede a la imaginación mas razones de las convenientes, dejemos de disfrazar esta impotencia con la ansiedad de sentirnos, con la sed insaciable de probar a querernos.

Olvidemos esto, cambiemos el nombre y las definiciones, que ya duelen las manos de darle electrochoques, que las lágrimas son sangre cuando los estertores son de muerte, que mientras esto pasa nuestras vidas siguen, y no detendrás tus emociones por mi, y no me quedaré estática por ti, y con labios amargos comprobamos que esto hiere, que lastima tanto esto que sentimos.

Sé que podemos enfrentar esto."

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ausencia.

Hoy tampoco te veré, y aunque me niego a admitir que extraño ver tu sonrisa dibujada en esa cara de seriedad que tienes; suspiro, me rindo, y acepto que tú te has convertido en esa necesidad que tortura, en esa penuria que hace morir lentamente. Estos minutos que pasan y en los que logra atraparme la nostalgia se convierten en cruces que marcan más tu ausencia. Si. Duele no poder verte, duele tu ausencia, duelen estas dagas que se clavan sin piedad y sin coherencia en este corazón que estas matando a recuerdos, y es en este pecho donde a momentos todo se ahoga en el deseo de ti. En este silencio vislumbro tu figura, y me devora la urgencia, yo ya quiero tenerte de nuevo aquí, conmigo... Todo lo tuyo me hace falta.

Hoy tengo ojos de pupilas inundadas, hoy tu ausencia es esa lluvia que no cesa, de cielos nublados y furiosos, tu ausencia es fuego que no quema, donde la luz no es cálida, donde la luz es frío, sombras y cenizas que marcan el espacio donde siempre estas y donde hoy solo habita el vacío. Me pregunto como estas hoy, que tal va tu día y me lamento que no estés aquí para convencerme de hacer esas actividades que declaro absurdas, esas que me quitan el tiempo y me colman la paciencia, y que hoy quien dijera que hecho tanto de menos.

Aquí estoy. Aquí sigo. Paciencia. Esperare tu regreso, y ten por seguro, la alegría de verte me hará olvidar estos lóbregos delirios en los que jamás creí evocarte tanto, hablaremos y me sentiré crispada de escuchar esos tus torrentes de palabrería ininterrumpida que dominas con exquisita perfección. Viviré de nuevo tus habituales locuras, tu creatividad, tus alardes de sapiencia, tus delirios de grandeza, discusiones, retos, tus preguntas, y hasta tus intentos de arte, estaré crispada, alterada, impaciente, exasperada… y, créeme: Feliz.

viernes, 24 de agosto de 2012

Por que no me dolió quedarme sola, me dolió que se haya ido.


Y es que, no le temo a quedar muda, le temo a la sordera… de no volver a oírle jamás.
Y no le temo a quedar sorda, le temo a la ceguera… de no volver a leerle nunca jamás.
Y no le temo a quedar ciega, le temo a la soledad… de no volver a sentirle jamás.



Y por eso, no me gusta ser tan frágil. 

Es una forma de decir “Debí haber sobrellevado mejor las cosas”,  “pensé que iba a soportar esto, pero no”.

martes, 21 de agosto de 2012

Los cigarros como el amor: deliciosos.

"Hay cigarros y cigarros, hay cigarros para el café, hay cigarros para un trago, cigarros para la pena y cigarros para un buen rato. 

El tipo de cigarro que me devolvió la vida, el aliento y la razón, el que muere inhalado liberando su esencia, el que queda hecho cenizas muerto y aplastado por un pie… ese es el tipo de cigarro más disfrutado."

martes, 14 de agosto de 2012

"Y yo que salí sin la ropa, y yo que casi me ahogo sobre el muro del malecón, y yo que esperé la tarde para verte, y yo que ahora escribo cosas como estas, sin sentido, sin orden, sin lógica, a esta hora, que es tarde, muy tarde para estar escribiendo cosas como estas, para estar riendo sola frente a la computadora, que no me conoce, que ya me preguntó mi nombre y no le respondí,pensará que estoy loca, que vengo de otro cometa. Pero no, estoy lúcida, al menos eso me invento…; lo que pasa es que yo también tengo las manos mojadas."

Sola en alta mar.

"Vuelvo a estar sola, como los búhos que ayer se posaron en las ventanas, como el humo de los trenes que parten, como las arenas cuando le extirpan las olas.

Y el silencio mutila los días, los pica en trozos pequeños y los envuelve en un saco que después lanza y naufraga en el mar y se va deshaciendo al compás de la marea.

Vuelvo a ser la tripulante que busca velas en el horizonte, que huye del canto de las sirenas; vuelvo a ser la del mástil sin bandera.

Tengo puntos de sal en casi todos los poros y no sudo, tengo el sol entrándome por las arterias y un cocotero clavado en el alma. Pocas islas soportarán el peso y se hundirán mis pies al pie de las ventiscas.

La mar se hará alta después de la tarde y yo estaré allí, agitando el pañuelo que, alguna vez, perteneció al tiempo."

Olvidé cómo ser mujer.

Estoy sola, en una casa demasiado grande para cualquiera; me siento insegura, es como estar en mi alma.

Estoy asustada; olvidé guardar la protección de sus abrazos, la firmeza de sus palabras, la seguridad de su beso en mi frente. 
Olvidé como ser mujer, y ahora me encuentro aquí escondida bajo las sábanas cual niña en plena obscuridad. 
Todo está cerrado, pero el miedo logró entrar.
No sé qué hacer, tengo miedo. Mi oso de peluche ya no dice palabras tan convincentes como antes. 
Podría salir de la cama y encender todas las luces, pero tendría que abandonar mi refugio y las sábanas son mi única armadura.
Podría meterme bajo la cama, pero estaría invadiendo el hogar del monstruo que ya se esconde ahí. 
Podría correr hacia el armario, pero los abrigos me atacarían por la espalda, ahogándome entre sus pieles aterciopeladas.
Podría bajar las escaleras corriendo, pero cerré todas las puertas y he olvidado dónde dejé las llaves. 
Podría ser una mujer cualquiera, encerrada en una casa cualquiera, pero el miedo se coló y ahora yace encerrado conmigo.
Podría dejar de ser una pequeña asustada, en busca de un refugio que calme sus nervios; pero olvidé cómo ser una mujer. 
Podría, pero el miedo se coló y ahora yace encerrado conmigo. 


sábado, 4 de agosto de 2012

Feliz cumpleaños, Tere.

Hoy es tu cumpleaños, no sé cuántos son, no sé si quieres decírmelo, y en realidad no me importa. Porque la vida no se mide en años, se mide en recuerdos.
Hoy es tu cumpleaños, no sé qué quieras que te regale, no sé si sea algo material, y en realidad no quiero preguntarlo. Porque los cumpleaños no se tratan de los regalos, sino de un grato momento.
Hoy es tu cumpleaños, no sé cuál haya sido el mejor, no sé cuál haya sido el peor, y en realidad no es relevante. Porque en la vida, y en los cumpleaños, no importa cuál haya sido el peor o el mejor de todos; se trata de disfrutar cada uno, como si fuese el último que vayamos a tener.
Hoy es tu cumpleaños, no sé si tu vida sea lo que algún día deseaste, no sé si la estés disfrutando al máximo, y en realidad no sé qué haría si eso no fuese así. Porque a pesar de todos los malos momentos, de las penas, las caídas, los golpes; a pesar de todo, yo estaré allí. 

Hoy es tu cumpleaños, no sé si quieras descansar, no sé si prefieras hacer una gran fiesta, y en realidad no me importa. Porque no se trata de las fiestas, se trata de tener alguien a un lado, alguien diciéndote "feliz cumpleaños".

Hoy es tu cumpleaños y no sé nada más. 
Sé que te amo, como a nadie en este mundo, y que estoy enormemente agradecida por todos los años que has pasado a mi lado; por todas las cosas que has sacrificado con tal de hacer algo por mí.
Sé que a pesar de todo, y de quien sea seguiremos juntas y aunque sea en ratitos, seremos felices.
Sé que soy la hija más patética y rara que hayas podido imaginar, pero también sé que todo es gracias a ti.
Sé que, quizá haya mujeres mejores, pero yo no quiero a nadie más que a ti.

Hoy es tu cumpleaños, y no tengo nada más que decirte "Felicidades, mamá".







sábado, 28 de julio de 2012

Te quiero; sin adjetivos.


Te quiero, así, en dos palabras y sin adjetivos. Creo que nunca nos ha hecho mucha falta los adjetivos, o los gerundios, en realidad nos basta con unos cuantos verbos y algún que otro pronombre. ¿No es cierto? ¿Recuerdas cuando te encontré?, mis letras chocaron contra tus manos de repente y tú me lanzaste sustantivos a los pies, y me tumbaste, y me di bien duro en la rodilla, oíste, estuve días cojeando. Y después me ataste a la nube de tus ideas hasta que por fin fui libre. Cualquiera diría que fue absurdo, pero aquella mañana fue la más sintáctica de mi vida. 


Después sobrevivimos a mareas de faltas de ortografías y a decenas de puntos mal puestos, pero los verbos nos siguieron salvando, sin dudas, fueron los verbos, los verbos y tú, claro está. Por eso te preparé la cena sin muchos aderezos, los justos para cosernos los estómagos y continuar sin pausas. Es todo lo que necesito a estas horas, a todas, porque ya aprendí a quererte sin adjetivos, y no creo que pueda dejar de hacerlo.

En su boca.

"Lo besó hasta robarle las entrañas. Le abrió la boca y se metió dentro; primero el rostro, luego las manos y el pubis y las piernas y el alma. Le abrió la boca a mitad de la cama, sin piedad, sin preguntas; le abrió la boca con fuerza, tiró de los labios como si fuesen cuerdas de un muelle que pende, los mordió, los succionó con una presión terrible. 
Después le estrujó los dientes, los obligó a colisionar, en desespero, unos con otros, y a perderse entre la garganta y el cielo y la encía. Al final, liberó a la lengua, que cual serpiente hambrienta penetró en busca de la presa. Penetró, intrusa, bojeando todos los espacios: a la izquierda, y por encima y al centro. Salió acariciando las huellas, dejando una humedad exquisita, y con una satisfacción plena cual usurpador de gobiernos.
¡Ah!, ¡esa boca!, no pudo dejarla ni en sueños, ni después de esas realidades tan ajenas. No pudo, siquiera, no pensarla, pues se le incrustó en la piel sin que apenas se diera cuenta."

martes, 24 de julio de 2012

En el párrafo.


"Me senté sobre el punto final del párrafo, como esperando otras palabras, pero no aparecieron. Estaba sola después de las ideas, de las comas y de otros puntos suspensivos. Y vino un temblor de sustantivos que me tumbó sobre el papel en blanco. Allí estoy, hace un buen tiempo, con frío, con hambre, con miedo… esperando, terriblemente esperando a que alguien venga, con sus dedos llenos de tinta, a escribirme las letras encima."

No preguntes nunca, porque nunca sabré qué decirte.

"Y si me preguntaran qué creo del amor, me quedaría callada. Y si insistiesen, cerraría los ojos. Y si me abrieran la boca con espéculos, me tragaría la voz. Y si me golpearan, y si me ahogaran, y si me electrocutaran, y si… aún apagaría las palabras. No preguntes nunca, porque nunca sabré qué decirte."
 

"Hay muchos hombres",dijo Abigaíl, "que son mejores que tú, y yo te prefiero a pesar de eso..."

viernes, 20 de julio de 2012

INSTRUCCIONES PARA AMAR.


Pósese justo frente a la persona que se quiere amar. Mírela a los ojos, sonría delicadamente, no exagere. Haga lento el abrir y cerrar de ojos: baje lentamente los párpados, súbalos de igual forma. Así durante todo el procedimiento. Tome lentamente su cara y acérquela a la propia; inmediatamente verá la fusión de labios. Con suavidad, abra la boca y mezcle las lenguas, manteniendo las manos sobre la cara. Luego de algunos segundos sentirá una reacción química que liberará energía calórica, pero no se precipite, prosiga con las instrucciones. Tranquilamente aparte las manos de la cara del ser amado, deslizándolas suavemente por los hombros hacia abajo, hasta llegar a la espalda. Abrazar fuerte. Continúe con los procedimientos anteriores, verá que no experimentará ninguna dificultad para realizar estos pasos al mismo tiempo. Relaje las piernas y los brazos, sosténgase de pie sobre la persona que se quiere amar, verá que es el mejor soporte posible. Apague o disminuya la luz, el ambiente será más tranquilo. Aproxímese a una cama, preferentemente hecha sólo de sábanas. No se preocupe por las almohadas, sus propios torsos cumplirán esa función perfectamente. No se apresure, póngase, despacio, en posición horizontal, guíe al amado a ponerse en la misma posición, de manera que los dos queden acostados y de costado, mirándose una vez más. No deje nunca de abrazar. En silencio, recuéstese sobre el torso ajeno y déjese reposar un buen rato. La oscuridad le dará una sensación muy pacífica de la realidad y limitando la visión y el oído, podrá disfrutar de los sentidos que suelen dejarse relegados: el tacto, el olor, el gusto. Mantenga el abrazo, pero no se quede dormido, el sueño bien podrá experimentarse despierto. Admirar todo lo que guste, deleitarse con las más inocentes excusas, detener el tiempo mientras se ve a la persona amada hacer algo tan simple como hablar, fruncir el ceño o jugar infantil y tiernamente con un peluche. Agregue dulzura a gusto. Añada sonrisas, payasadas y bromas (las lágrimas no hacen mal si están medidas en proporción y están bien batidas con amor), regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado o un papel escrito a las apuradas. Pueden ser valorados más que una joya. 
Consejo: Las caricias y besos extras a lo largo de todo el procedimiento producirá un mejor efecto y mejor resultado. No olvide las miradas.Secreto: Esta receta es especial para noches de lluvia; el sonido de las gotas rompiendo el silencio conforma una atmósfera imperdible.

— Julio Cortázar

miércoles, 18 de julio de 2012

Si pudiera dejar de ser yo, sería él.

Si pudiera dejar de ser yo, sería su voz, el micrófono, el hilo suspendido en cualquier esquina del suéter que pende en medio del escenario sin que nadie lo vea, de cabezas, no importa. 
Sería cualquier consonante de sus letras atrevidas, esa que se levantan del pentagrama y se roban el aire y castigan a la realidad con un espasmo terrible. 
Sería, sin dudas, sin preguntas, sin después, aunque fuera un enlace de sus neuronas, o el equilibrio de sus manos escribiendo y profanando la virginidad del papel.
Sería cada taza de café caliente, cada cuchara de azúcar, sería el humo que expire.
Sería cada tecla que acaricie con los dedos, cada movimiento de cabellos, cada parpadeo, cada silencio entre un do.


Y me hubiese quedado toda la noche escuchándolo, dejando que sus letras me dispararan en la sien, una y otra vez. 
Me hubiese quedado sola, sola con él, con las notas, con las composiciones que son tan mías, porque me desnudan en el cuarto sin que nadie lo sepa, porque me trastocan los sentidos de señorita y puritana, porque me hacen pensar y creer y crecer. 

Conversar con él es detenerse en terrenos movedizos. Entonces uno descubre cómo se logra el truco de los conejos saliendo del sombrero, o cómo desaparecen las palomas cuando se levanta la tela. Uno sorprende a las palabras prendidas en tu rostro, porque él habla con la misma poesía con la que compone.
Porque él escribe con la misma dulzura con la que acaricia.
Porque él destruye con la misma pasión con la que besa.
Si pudiera dejar de ser yo, sería él. Pero él no sería yo, porque él no es igual a mí; yo soy igual a él.
Si pudiera dejar de ser yo, sería él. Porque yo también sé herir.
Si pudiera dejar de ser yo, sería nada. Porque es a donde yo lo mandé.
"No veo por mis ojos. No nací con ellos, así que si alguna vez me buscaste en el fondo del iris, todo fue mentira. 

No soy lo que distingo, nunca hubo un camino al que pudiera señalar sin caer en precipicios, cada elección de esta vida, de esta que se acaba con torturas, fue errónea. 

Hay un agujero en negro que resalta en mi rostro, con decorados en las esquinas. 
Hay un señor que se sienta, todas las tardes en el fondo y me sopla las historias que he de creer."

domingo, 15 de julio de 2012

Me levanté con tus ojos trabados en mi pupila y aún ando sin ver demasiado, o viendo demasiado poco. Ya me lavé la cara, pero sigues ahí, haciéndome cosquillas en el iris y caminándome por el borde de las pestañas y sentándote, dulcemente, en el lagrimal. 
Me levanté hoy contigo en los ojos y me fuiste bajando por la nariz hasta la boca, por la boca hasta la garganta, y ahora, cada vez que hablo, pronuncio tu nombre.

sábado, 14 de julio de 2012

Antojos.

Me despierto en las noches con urgencia de ti, con un antojo terrible de morderte hasta los huesos, de quitarte la ropa de repente y quemarnos juntos en la misma hoguera. Entonces prendo la música de siempre, las mariposas hacen el coro, está oscuro y en silencio. Te busco entre las sábanas, camino por las paredes, y te reclamo prendida desde la lámpara. El caballito de mar y la estrella preguntan si estoy loca, les dije que no, cómo se les ocurre, les dije que solo tengo un antojo apremiante de ti.
  Pero no apareces, y me obligas a calmar a la fiera de dentro con más mentiras. Pero no me cree. Mírame a los ojos: cómo crees que puedo mentirle, no es sencillo ocultar los fuegos. Nos despedimos tantas veces ya, que me es difícil recordar si por fin te fuiste o aún duermes sobre mi otra almohada. Discúlpame, le digo a mi fiera, pero eso no es suficiente, nunca lo será.
  Tampoco hay café caliento, ni té verde, ni manzanas, ni queso panela, ni nutella, ni tocino... no hay nada y me desespero interminablemente. ¿Nunca te dije que te necesito para no morir?, o ¿que de todos mis abismos tú eres el más placentero?, ¿no lo hice?, pues no sé en qué estaba pensando. Mis voces tampoco llegan cuando hace falta, eso solo lo entiendo ahora, ahora que tengo antojo de ti, o de café caliente, pero tampoco hay.
 

lunes, 9 de julio de 2012

Te esperé, siendo yo la que se había ido.









Te deshilabas en silencios, que no sabías lo que querías, que no te esperara porque quizás no estaría yo al final de tus silencios o no estarías tú al final de mi espera. Pero te esperaba. Te esperé aún cuando eras puro silencio y yo seguía sin estar ahí, sin tener lugar ni verbo ni nada. Te esperé aún cuando tú ya no eras tú, un recuerdo atado a un recuerdo, a una fantasía, a una idea de todo lo que podría haber sido. 
Te esperé, aún siendo impaciente. Aún y cuando ya me había terminado las uñas de las manos.
Te esperé, siendo yo la que se había ido.

domingo, 8 de julio de 2012

 Cuando amanece se sienta cerca de la ventana en el suelo, y trata de olvidar; pero es muy difícil. 
Abigail convierte el aire en mariposas, vuela con sus alas hasta los confines del alba y sólo regresa en las tardes junto a las tormentas. Y después intenta dormir, pero ella y la almohada no son buenas amigas, tampoco el cuarto o la cama. Abigail aún sueña con esa noche de espanto y tiene pesadillas y aprieta fuerte los ojos cuando las imágenes de los hombres que se le vienen encima; pero no siempre logra despertar. Ese hombre seguirá rondando en su cabeza a pesar de los años, a pesar del tiempo.
 Y seguirá sintiéndose sucia, acorralada, débil. Seguirá teniendo miedo, a pesar de que él haya muerto.

sábado, 7 de julio de 2012

Me escondí tras un labial carmín.

A veces, me dejo desnudar por otros. Algunos desnudan mis labios quitándoles el carmin color ‘estabilidad-seguridad’, otros aquella camisa que odio y tu amas. 
Hoy me quitaron la poca seguridad que restaba en mi tras perder el carmín.

lunes, 2 de julio de 2012

Un día de estos me iré. Desplegaré mis alas y saldré volando; un día de estos.


"Partió un día por camino incierto. Se fue sin decir adiós… simplemente abrió las alas y se fue. Desde entonces me siento cada tarde al borde del abismo, en la esquina donde reposábamos las lluvias. Estoy tan sola que apenas puedo ver los atardeceres, y me estorban las nubes, y los vientos. 

  Cuando la noche llega no hago más, solo grito, bien fuerte, al vacío, a la nada que coseché durante todos los tiempos… grito bien fuerte, más no me escucho. Mi voz se pierde en los colores de las aves, en las plumas, en las alas, en las barcas con púas, y en la ensordecedora paz de las mariposas.
  No soy sino una pizca salada en la cumbre de los sueños. Una molestia en alguna pupila. Una mentira bien dicha, y luego bien rota. Una promesa bien falsa, de esas que parten mientras tú regresas: sordo, mudo, ciego… pero con mi poema en la mano."